Prologo
Cuando el Amor y el Sexo alcanzan sus extremos.
Cuando el Crimen es la única salida.
Cuando el tormento de lo inevitable se hace presente.
Cuando la moral establecida
tienta a los caprichos de la fantasía.
Cuando lo infinito de los sentimientos
quedan acorralados por la lógica.
Solo la Muerte puede acabar con tanto Dolor.
Hércules Rockefeler
“Flectere si nequeo superos, Ancheronta movebo”
(“Si no puedo doblegar a los Dioses del cielo,
conmoveré a los poderes del infierno”.)
La Eneida de Virgilio
Todo se enciende con el beso macabro que detona saliva y sudor junto a los fluidos del cuerpo derretidos por este instante eterno, perpetuo…
Un inevitable impulso se concentra en mi sexo y mis manos que,
maldecidas por la inercia retorcida de un gozo infinito,
cubren su cabeza con una bolsa de nylon transparente y paralizan el aire presionando su cuello sin darme tiempo a detenerme a pensar en lo que estoy haciendo.
Todo se transforma.
Los colores dejan de ser colores para transmutarse en sombras de oscuridad.
Su rostro bajo la neblina de la asfixia me sonríe extasiado haciéndome derramar baba caliente que hierve y se cuece en mi boca, estrangulando mis dientes con saña, elevándome, alcanzando los nirvanas del placer.
Sus pupilas a punto de estallar se reflejan en las mías que trémulas comienzan a espantarse de horror por el espeluznante brillo que comienzo a percibir en sus ojos,
en una brutal simbiosis de placer y desesperación.
Todo se pone blanco… Todo se pone negro…
Y una inmensa necesidad de contrastes color sangre sudan desesperados por alcanzar la cima del orgasmo.
Estoy desarmado, apenas provisto de palabras que me contienen para que no me vuelva loco, el sonido de mis voz está en la yema de mis dedos apretando “botonitos” con letras y sólo puedo escucharme cuando me leo, me sirvo para conversarme, me recuerdo lo que hago, no son sólo letras, a veces son el sonido de mis tripas que me recuerdan que hace mucho que no alimento al envase que es mi cuerpo, y quién más que yo sabe que no duermo, quién si no más que yo mismo, deba cuidarse y mandarse a soñar. De todo eso y mucho más sirven las palabras que no puedo dejar de armar con letras como si fueran rompecabezas esperando respuestas.
A lo largo de mi vida ya casi me venía acostumbrando a las siguientes frases:
¡Me cagaste la vida! Sentenciaban, asegurando que por haber pasado por su vida ya no tendrían salvación.
¡Maldigo el día en que te conocí! (A veces haciendo referencia al lugar en donde me conoció, o a la circunstancia).
¡Por qué no te morís mal nacido! Intentando convencerme de que lo mejor que podía hacer por la humanidad era liquidarme.
¡Maldito, te merecés lo peor! Deseándome que me pise un tren, un camión o colectivo pero que agonice los más que sea posible.
Y algunas otras muy parecidas e irreproducibles, ya que sería imposible trasmitir el sentimiento con las que fueron dichas.
Esto es algo que ya no llega afectarme tanto, ya que además de haber pagado con creces las veces en que me he portado mal, rectificando que “todo la malo que das, el doble te volverá”, también estuve del otro lado, con locas de mierda que juraban matarse si las dejaba, hijas de puta que al ver que las cosas no daban para más, me han querido enganchar con un crío, o putas, muy putas que se enamoraban de mi verga y se excitaban degradándose con el único fin de que me las garche, ellas fueron las primeras culpables de incubar en MI sentimientos de cóleras casi incontrolables, ya que recuerdo que de algún modo me terminaba enroscando en sus mambos oscuros y cuando las garchaba seguramente se aprovechaban de mis retorcidos antojos para alimentar su sumisión. Quizás solo buscaba humillarlas, lastimarlas y el loco era yo, en realidad creo ahora después de tanto tiempo que trataba de rescatarlas de mi mismo, solía advertirles:
Lo peor que te puede pasar es que un tipo como yo se enamore de vos.
Y no les mentía, era lo mas veraz que podía decirles, no lo sé, quizás quería espantarlas, tal vez lo soportaban para brindarme placer, pero de a poco, por algo que esta más allá de la razón, casi sin darme cuenta me fui acercando a los límites del dolor, mordiendo pezones al borde de hacerlos sangrar, introduciéndoles desodorantes, potes, envases de perfumes de vidrio para completar todos sus huecos, recuerdos de imágenes vivas arrastrándolas de los pelos recorriendo toda la casa buscando objetos fálicos, a veces las escupía o las golpeaba y nada, cuando todo terminaba las echaba y me quedaba recogiendo todo lo usado empastado con cremas, flujos, sangre y mierda o huía a los pocos minutos (si no estaba en mi casa), en esos momentos, me sentía terriblemente usado, eso no era YO, ni lo que quería para mí, era lo que ellas querían de mí, porque seguían llamándome, seguramente enroscadas con flashes de novelas de la tarde.
Hace unos meses que me mudé a este caserón antiguo y la verdad... no pensé que me iba a costar tanto vivir sin ella…
Nuestra relación no podía seguir así… Debíamos recomponer ese desfasaje de extremos entre nuestro amor y nuestros sexos, de algún modo perdimos el control y no podíamos encontrarle una solución a todo esto juntos.
De nada sirvió que tomáramos la precaución de usar una palabra clave para detenerme, ya que suplicar pidiendo “basta” o cualquier otro ruego para que me contenga, sólo alimentaba más al morbo de ambos, pero sabíamos que si ella mencionaba la palabra “Piedad” automáticamente todo se detenía, aunque esa última vez que estuvimos juntos, nos dimos cuenta que era incontrolable para ambos, creo que ya no había palabras claves que ella quisiera nombrar, y temo que una necesidad de satisfacerla me arranque los tímpanos.
¿Cuánto tiempo más hubiésemos durado de no haber frenado en ese momento?
Es verdad… Necesitamos estar solos para evaluar qué será de nosotros, no había otra alternativa que separarnos el tiempo que hiciera falta hasta volvernos a encontrar y ver que resolvemos. Debo tratar de ser razonable, de otra manera correría a su encuentro en momentos de debilidad… La necesito tanto.
Todo esto no significaba una ausencia, sólo era distanciarnos de nuestros cuerpos mortales, físicamente culpables de los efectos de tanto amor, ya que de todos modos hablaríamos por teléfono todos los días, a pesar de todo, era absolutamente necesario confirmar la mínima presencia de la voz, que daba VIDA con cada llamada e iluminaba el alma hasta que inmediatamente el tacto, comprendía la lejanía y creaba una sensación de mierda, que me dejaba con retorcijones de pañuelos perdidos, en los martirios que concibe la angustia. Las conversaciones eran extremadamente incómodas, ya que no podíamos hablarnos con el cariño de siempre, porque además de contrarrestarse con la realidad de estar separados, un mimo piadoso podía desatar un mar de lágrimas por parte de ella y por consecuencia un dolor indescriptible en Mí, acentuado por la ansiedad de lo irreparable (como un padre que descubre haberle pegado a su hijo sin razón), el sonido de su llanto estrangulaba mi garganta y yo sin encontrar palabras que la calmaran, y ella que con frecuencia me insistía en terminar con esto y que volviéramos a estar juntos, pero no, era firme mi posición y le recordaba que esto lo estábamos haciendo por los dos. A su vez no podía hablarle como si nada, obviando la necesidad que tenía de estar a su lado, ya que se trataba de la persona más importante en mi vida, pero con el tiempo y de alguna manera fuimos encontrando el tono neutral que daba la sensación de que no pasaba nada y con la seguridad de que pasaríamos todo esto y volveríamos a estar juntos.
¡Cómo no aferrarme de esperanza y dar todo por ella, si finalmente había ocurrido el milagro que todos buscan!, estaba absolutamente enamorado de alguien que sentía exactamente lo mismo, y aunque yo crea que la amo más, ella siempre fue la que más lo demostró.
Bueno basta, no quiero escribir más de esto, me duele, siento escarabajos mordisqueando dentro de mi pecho y no sé cuanto más pueda soportarlo.
¿Qué estoy escribiendo entonces? ¿Qué me trajo a estos renglones vacíos, si sabía que no iba a poder evitar recordarla en cada palabra que escriba? Siempre fue así, es la condena que debo cumplir cada vez que estoy lejos de ella.
Será por eso que vivo en silencio, porque sólo así puedo escuchar sus pasos trayéndome sus besos, porque sólo en silencio sigo escuchando su voz, parpadeando sus labios, diciéndome que me ama con los ojos… Y soy el asesino más cursi, soy un niño recostado boca abajo sobre el cadáver de su madre escribiendo con un cuchillo en su pecho las palabras que casi instantáneamente se borran con la ligereza en que brota la sangre después de cada palabra de amor… Basta ya, no aguanto más, me sangran los dedos, me empieza a doler el pecho…
El Amor se presentó en mi vida de la misma manera que se les debe aparecer a todos los mamíferos, de la manera más tramposa de todas y cuando menos se lo espera.
En mi adolescencia solía enamorarme todo el tiempo y el Amor se prolongaba exactamente hasta que el sexo se presentara por primera vez en la relación.
De la primera vez que creí sentir ese inédito sentimiento, recuerdo muy poco, (y creo) lo más importante. No recuerdo el nombre de la que despertó esa necesidad de ponerme por primera vez de novio, ni tampoco puedo recordar como era físicamente ya que nuestro noviazgo no habrá durado más de dos meses y no la volví a ver, lo que sí recuerdo es que si hay algo a lo que hasta el día de hoy soy vulnerable y me puede, son los nobles espíritus que no se detienen ante nada, dispuestos a todo para lograr lo que se propongan. De mi primera novia recuerdo que tenía un carácter muy fuerte, estaba muy segura de sí misma, aún no puedo creer como puedo visualizar tan claramente algunos detalles, en el tercer año de secundaria, me mudé a la casa de mis abuelos y me cambié de colegio cuando faltaban cuatro meses para que terminara las clases, así fue que caí en el aula donde parecía que todos le temían, y nadie se atrevía a decirle nada, ella iba a la escuela a aprender, nunca llegó tarde, nunca se llevó ninguna materia y nunca fue de tener amigos y jamás le importó hacerlos, no dejaba que le levanten la voz y toda esa seguridad se basaba en que todo lo hacía bien. Me acuerdo que cuando querían burlarse de ella por traga libros, ni se inmutaba, realmente parecía no escucharlos y aunque algunos comenzaban a desbordar de impotencia, ninguno se atrevía a acortar la distancia justa para poder correr ante cualquier reacción, tenía una mirada extraña, era una de esas personas con la que uno presiente que no debe darle la espalda cerca del cajón de los cubiertos.
Algo más que puedo recordar es lo que supongo habrá sido el motivo de nuestra separación. En nuestra primera típica discusión de pareja por celos, mostró la hilacha, perdió el control y totalmente enajenada con los ojos desorbitados me gritó:
-¡Te quiero solo para mí! ¡¿Entendés?!
Y aunque algunas personas les parezca no tan descabellado pensar que quien está con UNO no debería gustar de nadie más que exclusivamente de UNO, (ignorando que están manipulando instintivamente al inconsciente subversivo que todos tenemos dentro, que se tienta con lo prohibido). No lo dudé y con una frialdad envidiable de circunstancias y voluntad propia desaparecí de su vida.
Fue aterrador, y pensar que eso sería el principio de otras relaciones que, para colmo no se diferenciarían tanto, o serían todo lo contrario.
De la segunda y tercera vez que me enamoré me acuerdo de todo, pero no quisiera pensar mucho en eso, de la segunda salí indemne, la tercera dolió tanto como 7 abortos juntos al corazón (dos años tardé en poder sacarla de mi mente a esa hija de puta que era más buena que el pan y le toco cruzarse con el pelotudo que era YO), pero es esperanzador para quien lea esto, ya que hubo una cuarta vez, es una muestra de que cuando se cree que no hay nada más, uno puede volver a enamorarse y por lo general es más intenso que lo ya vivido, y diferente, ya que uno no es el mismo.
Fue en esta cuarta oportunidad que apareció Ana, la mujer de mi vida.
El amor como expresión al prójimo, como individuo o como familiar, el amor a la tierra, a la vida, el amor al arte, al trabajo, a los amigos, hace de todos los sentidos un sentimiento hermoso. Ahora, alguien se tendrá que encargar de ponerle un nombre que no sea amor al (mal dicho) amor entre dos sexos (diferentes o iguales, eso no importa, nadie puede salvarse), al amor pasional, al amor cuando se está enamorado.
Quizás a medida que mi diestra junto a mi siniestra hagan temblar las yemas de mis dedos convulsionando sobre estas letras, en algún momento tal vez, me ilumine y pueda rotular a ese amor enfermo, o pueda encontrarle nombre a un sentimiento nuevo que no sea tan egoísta, hasta entonces, debemos reconocer que el amor es una mierda, es una mentira interminable, una pesadilla disfrazada de sueño, un juego psicópata y estúpido, sin el mas mínimo sentido de nobleza. Porque ¿Cuántos serían capaces de morir por la persona que uno ama, para no tener que sufrir la ausencia de éste? ¿Cuántos son realmente los que quieren una pareja feliz antes de que su pareja los haga felices? ¿Cuántos realmente se atreven a ser transparentes con la persona amada? ¿Cuántos son los que asumen sus más íntimos complejos? ¿Cuántos de ustedes pueden ser tan egoístas como para esperar que su amada/o no desee a otra persona más que a uno mismo? ¿Cuántos de ustedes han pasado tiempo con alguien que los ama y dejaron de amar, sabiendo que no era el amor de su vida? O peor aún, ¿Cuántos de ustedes han fantaseado en secreto con otra persona? ¿Cuántos planearon una traición? O lo que sería casi lo mismo: ¿Cuántos se encontraron con la oportunidad y no la dejaron pasar? ¿Cuántos son los que juegan al amor sin mostrar todas las cartas? ¿Cuántos son los que están dispuestos a bajarse los pantalones con tal de que no los dejen? ¿Y los que hacen méritos para ver que pueden obtener? ¿Cuántos están al lado de alguien por que se acostumbraron?
Hipócritas, no se soportan ni ustedes mismos y pretenden ser idolatrados como algo primordial en la vida del otro. Imbéciles, por no darse cuenta que existe la posibilidad de que la otra persona pretenda exactamente lo mismo, siendo tan o más imbécil, desesperado he ingenuo que uno mismo. ¿Cuánto tiempo se puede soportar vivir así?
Sin embargo pareciera que para algunos que están aburridos toda esa locura absurda los entretiene.
En el otro extremo de todas las demás pasiones se encuentra el sexo, que fusionado con el amor, no hace más que fomentar esta puta esquizofrenia, el sexo crudo, carne, sudor, ardor y placer es ejercitado como re-componedor de trivialidades y embarazador de complejos, engañador de dudas que sólo terminan revelando otros traumas. Y de eso nunca se habla, queda como ese silencio de cuando alguno de los padres descubre a cualquiera de sus hijos masturbándose, uno se va para un lado como si nada mirando al piso y el otro se acomoda la ropa rápido y se queda quietito, ambos esperando que nunca se mencione el incidente.
¿Pero qué pasa cuando ese amor que aún no tiene nombre alcanza su extremo y se acerca a lo que sería la perfección?
¿Qué pasaría si uno se enamorara de un habitante del planeta que también se enamorara de uno? ¿Sería cosa del destino? ¿Causalidad o casualidad? Nadie sería capaz de afirmarlo, lo cierto es que ocurrió, fue real, pero algo falló y no importa cuánto tiempo me llevará poder averiguarlo, me sentaré aquí el tiempo que sea necesario hasta atinar una solución a esto que nos está matando... Demasiado amor.
Todo este estado me lleva a vivir molesto, casi como un autista que caga las más vomitivas maldiciones a Dioses de mil nombres, al sol, al cielo, a la lógica divina de la ciencia y la filosofía. Malditos, la razón no puede ser algo tan simple, no puede ser que sólo tenga una respuesta, la verdad misma no puede ser absoluta. Ingenuos, cómo esperan que me ampare en una estampita. ¿Y si están equivocados? ¿Y si descubriéramos que todo es un engaño, y que Dios es el Diablo disfrazado? Ahora entiendo por qué dicen que Dios es amor, por que tanto como en la religión como el Amor dependen de la fe. ¿Y si esto es lo que realmente somos en esta vida? ¿Y si no hubiese psicólogos ni reglas establecidas, si solo fuéramos lo que realmente somos? Sin tener la necesidad de darle a sólo una persona en este mundo la posibilidad de que nos entienda, con la responsabilidad de que no debe fallarle a nuestras expectativas. ¿Y si hubiera un alrededor para contemplar a la naturaleza, y aprender de ella? De los animales que no subestiman a los humanos y sólo son instinto más que conciencia, los verdaderos anarquistas de este sistema.
Por eso no quiero ver amigos, sobre todo si son humanos, sólo acepto compartir momentos con perros callejeros y abandonados, sé que no puedo darles lástima. No quiero ver agujeros de puta donde descargar mi esperma, eso me pone ultra violento ya que puedo perder fácilmente el juicio, cada vez que veo o escucho a una mujer, confirmo que la mía es la más linda del mundo y la mejor de todas, sólo que ahora no está conmigo… Bueno, basta ya… Tengo que salir de acá, será mejor que me convierta en perro y de una vuelta de madrugada.
Finalmente seguí siendo humano y en vez de bajar, preferí subir a la terraza, provisto de una botella de whisky, cuaderno, lapicera, puchos y este perro que aún no se transforma en bocanada.
Sentado en la cornisa, buscando cualquier excusa para no escribir ni una palabra de ella, la que no se nombra ni con el silencio de las letras… Prefiero ladrarle a los autos antes de ser mordido con alguna imagen de su sonrisa… Qué placer… Poder hacerte reír, eran orgasmos del alma.
Finalmente soy rescatado en medio de la noche por alguien que veo llegar a lo lejos, caminando por el medio de la calle y me deja paralizado, no puede ser, parece que es ella, debo estar alucinando…
Comienza a temblarme el pulso, se parece mucho a Ana en su manera de caminar y contextura física, por eso no quiero salir a la calle, por que la veo en todos lados, desde aquí arriba puedo verla llegar desde lejos y su llegada se hace interminable, pero no es, no se quién será, en su pelo parece reflejarse la luna llena de preguntas, se detiene frente a mi edificio, hace una pausa y mira hacia la terraza donde me dispara un rayo de luz del astro que se refleja en sus pupilas. La miré como algo que no tiene importancia, aunque era la culpable de una desilusión y mi corazón aún no podía calmarse de las miles de palpitaciones entusiasmadas y una aterradora sensación de desesperación, sería terrible si Ana me descubriera, los dos tenemos en claro que si nos encontramos sería volver a lo mismo inmediatamente y todo este sacrificio sería en vano, nos amamos demasiado, ese es el problema, ninguno de los dos imagina (ni quiere intentarlo) como sería vivir el uno sin el otro.
Continuó su camino hacia adentro, sin dejarme de iluminar con sus ojos, hasta que en un momento, su mirada fue decapitada por el techo. Ya de cerca, creí reconocerla, pareciera ser mi vecina, creo que la crucé un par de veces en una de mis salidas autistas.
Es una mujer, normal, sencilla, sin exuberancias, se podría decir que era linda y nada más; se podría decir que era parecida a mi mujer, pero no, ELLA, mi vida, es única y no necesita la luna para iluminarse, ¡cómo pude osar confundirla!, me voy a mi cuarto debo abstraerme de todo esto y comenzar a elaborar un plan, encontrar una solución para que pueda volver a su lado.
Ya pasó una semana desde que le dediqué unos renglones a mi vecina, y desde esa noche me la cruzo continuamente, en la escalera, en el supermercado, en el kiosco, de las dos o tres salidas que tengo cada tanto, me la cruzo en todas y en cada encuentro me regala una mirada casi suplicante, esa mirada que usan las prostitutas para que uno como cliente se acerque con confianza, pero ésta no está laburando, es una puta que sólo quiere pija y aunque la ignoraba, causaba minúsculas descargas eléctricas de furia y excitación, donde predominaba la indiferencia, ya que pareciera que desde que me separé de mi mujer ando con mi pito triste y asexuado, con un único uso fisiológico aunque cada tanto no podía evitar masturbarme pensando en mi amada sólo hasta romper en llanto al darme cuenta que lo nuestro no tendría solución.
Hace más de diecisiete meses que estoy encerrado y nada… Nada de nada, no logro encontrarle la salida a todo esto, y en cambio no dejo de escribir las pelotudeces que hago para maltratar al tiempo. No logro concentrarme, mi cabeza se divide en dos, una gran parte no puede dejar de pensar todo el tiempo en ella, la otra en como dejar de pensar. Nada da resultado, ni estar aislado, ni encerrado, sin más compañía que algunas voces que se filtran por las paredes o de los insectos solitarios huéspedes de mi cuarto, que se esconden de mí o me miran con pena desde la penumbra de algún escondrijo.
Voy a bañarme… Pero la puta madre, ¿es necesario que tenga que hablarle a esta máquina de mierda?, será que me siento tan solo, o en realidad estoy hablando conmigo mismo…Mmmm… Esto de andar en bolas por la casa me lleva a encontrarme con mi peor enemigo desde que me separé de mi mujer… Mi pene, un músculo con vida propia que no entiende de Amor pero que psicosomática e inoportunamente crea una asociación entre congoja e ira, para mí y para él ¿Qué mirás hijo de puta? Mi pene me mira erecto, como demandando caprichosamente placer en el momento menos oportuno… Que hijo de puta que es… Lo voy a cagar a trompadas… No me responde, comienzo a apretarlo con fuerza con la mano izquierda, aprovecho tener las uñas largas para clavárselas hasta hacerlo sangrar… No hay caso, sigue erecto, tengo miedo de eyacular, eso me causaría un desasosiego que no podría soportar. Basta ya, dejáme en paz, ¿es que nada puede calmarte? ¡La pija de tu padre! de todos modos, vos te lo estás buscando. Con una cuchilla comienzo a pincharlo cuidadosamente, sólo intento que sienta dolor y se encoja, casi no siento no nada, ahora puedo comprenderla mejor… Con el canto del chuchillo lo golpeo hasta que los dolores aparecen con fuerza hasta fruncirlo y mi cuerpo siente íntegramente el cansancio que le cae encima exprimiendo una lagrima de dolor que se pierde en un sueño de perro que espero no recordar.
Claves para superar por unos instantes tu ausencia:
I-Maldecid a todos los dioses, filósofos y científicos del mundo por esta realidad maligna.
Que me devoren los dragones de tu reino, y me caguen lejos de ti, ya que ni estando hecho mierda mi corazón deja de latir, desde aquella primera vez que escuché el más fantástico de los sonidos: oírte reír.
II-Deshidratar al desconsuelo, sin exprimir lágrimas de mortales, envenenadas de salitre y dolor, que no me de por vencido, y no me deje atrapar por lo inútil del llanto.
Dormí dos días enteros, en realidad en algún momento me desperté para ir al baño (lo sé, porque recuerdo haberme visto en el espejo del botiquín) también recuerdo que no quería despertar, por eso tomé unas pastillas que encontré tiradas junto al inodoro que previniendo las probabilidades de que estuvieran salpicadas con pis, las enjuagué previamente con agua, aunque supongo que el alcohol del whisky matará los gérmenes o los potenciará con alucinaciones en las que me encuentro revoleando las palabras que me recuerdan que debo alimentarme, tengo hambre...
Me cuesta horrores salir de acá adentro, aunque en algún momento voy a tener que hacerlo, hace días que no ingiero ningún tipo de alimento, las drogas y el alcohol tienen adormecidas mis tripas.
Son las once de la noche de quién sabe que día y qué fecha, de lo único que estoy casi seguro es del año, aunque ya no sé de que época, y hasta dudo en que parte del planeta estoy, ya que por la hora veo desde mi ventana que los chinos ya cerraron… Tengo mucha hambre, voy a dar unas vueltas por la casa hasta que decida vestirme o hasta que la angustia devore esta maldita apetencia.
Aproveché un impulso y comencé a buscar algo que ponerme... Nada, todo está de terror, lo que no está roto está inusable, hay remeras o pantalones ensangrentados que usé para vendarme alguna de mis heridas.
Ya comienzo a alterarme, no puede ser que no encuentre ninguna prenda que no llame la atención con su olor, ya que noté que usé la ropa para limpiar porquerías y otras mierdas del piso.
Ofuscado, comencé a revolverlo todo, y cuando comenzaba a tomar aire para despotricar contra el mundo con un tsunami de puteadas… Alguien golpeó a mi puerta.
Me asusté como si ocultara algo peor que a mí mismo, y me sentí absolutamente desprotegido con mi desnudez, hice un silencio y apenas llegué a cubrirme acercándome a la puerta para tratar de oír algo. Y nada, no me animaba a moverme, el sonido de la puerta empezó a resonar en secuencias pasadas en mi cabeza, en algunas ocasiones en que mientras dormía o quedaba en estados en busca de la inconciencia, apenas podía notar el sonido casi igual, sí, eran los mismos tres golpes en la puerta.
No sé cuánto tiempo estuve esperando a que mis agallas se atrevieran a abrir la puerta.
Pero mi valentía tuvo su recompensa ya que del otro lado de la puerta había siete platos con comidas distintas:
Ñoquis con estofado.
Pollo a la mostaza.
Canelones de con salsa mixta.
Rabas y Cornalitos.
Carne rellena.
Guiso de lentejas.
Arroz con leche.
Todas mis comidas favoritas.
Comencé a comer de todo un poco antes de ponerme a pensar que es lo que estaba pasando y volver a dormirme.
Estoy vestido, creo que inconscientemente, pero comprendo que no puedo ni quiero salir de acá.
-¿Otra vez vos acá?
Me pregunta mi reflejo en la pantalla de la computadora.
-Mal, muy mal, gracias por recordármelo, no ves que no puedo dejar de hablarme como un sordo mudo, con los dedos inquietos que le dan el tono de voz exacto a lo que voy sintiendo, no puedo transformarme en nada ni nadie, no puedo dejar de ser yo, otros pensamientos que tendrán que esperar otra madrugada, tengo la mente muerta y me quedaré a velarla, no quiero hablar de eso.
Volvió a mí el más terrible de los miedos, casi la agitación me impide seguir escribiendo, pero no debo parar, no puedo entregarme a otro de mis ataques en que me otorgo a la muerte no sin antes buscar algo que me contenga, no debo dejar de escribir, debo tranquilizarme. Esos 7 platos de alimentos sólo tienen una explicación para mí y sería terrible si lo confirmara. Aunque no puede ser Ana, ella no pudo haberme encontrado, pero mas difícil se me hace pensar quién si no, me estuvo trayendo comida en estos últimos días con la coincidencia de que sean mis comidas favoritas.
Hoy hablamos con Ana como todos los días, hasta que alguno de los dos dice algo indebido y un silencio recibía el sonido más espantoso de todos… Su llanto… Las notas del dolor… La melodía de mi calvario… Para que eso no ocurra, tenemos que encontrar un equilibrio, ya que de todos modos nunca dejaríamos de buscarnos.
Todas nuestras charlas eran iguales, en su contenido e iguales de importantes en nuestras vidas, que seguían su curso pero atados a otra dimensión que en algún momento será única y nos encontrará unidos.
Los diálogos telefónicos con ella:
- Hola mi vida ¿como estás?
-Bien mi amor, ¿y vos?
A partir de ahí todo se reducía a 30 segundos de los más triviales comentarios, y nos despedíamos con un “te amo” casi cotidiano pero no por eso menos sincero e intenso.
Era algo inevitablemente necesario, escuchar su voz, era entender que su corazón seguía latiendo con la misma intensidad de siempre.
Era obvio que nos extrañábamos más de lo que se puede extrañar un brazo amputado, pero el solo mencionarlo nos enteraba de lo oscuro de nuestra contrariedad, y nada había mas difícil que atravesar el penetrante tormento de intentar calmar su llanto, que podía detonarse en alguna palabra que ella recordara haber escuchado cuando estábamos juntos, por eso apenas eran mimos piadosos sin desalentar la autenticidad del mismo.
Hace unos días que no escribo, ni para hablar conmigo mismo ni mucho menos con la esperanza de hallar una respuesta a todo esto. Estuve muerto, respirando la inercia masoquista que me obliga a seguir viviendo este tormento de alcohol, drogas y cavilaciones. Sólo vivía de tres a cuatro minutos por día, cada vez que hablábamos por teléfono donde me mostraba fuerte y optimista, dispuesto a superar cuanto antes esta situación que nos mantenía separados que me esta matando de a poco y creo que lo sabe, no lo puedo permitir, no quiero ni pensar en sus sufrimiento si yo me entregara a la muerte. No, no pienso irme de este mundo sin intentarlo todo para hacerla feliz.
Son contadas con los dedos de la mano de un carnicero las horas que puedo dormir. No puedo cerrar los ojos porque enseguida aparece ella con una sonrisa acercándose a mí, quisiera soñar que me quedo ciego y no volver a abrir mis ojos, sabiendo que en ese instante se esfumaría.
Nos tomamos unos días sin hablar por teléfono, a veces pasa, pienso que nos damos un tiempo para recuperarnos, pero esta mañana, cuando empezó a picarme la necesidad de escuchar su voz y saber que esta viva, mi teléfono sonó con la melodía más hermosa.
Hablamos como siempre pero esta vez me dejó deshecho.
Quería sugerirle que nos encontremos, esta vez era yo quien ya no aguantaba más y de alguna manera logré convencerme de que iba a poder verla con la conducta de contenerme y no enloquecer, pero su respuesta fue tan dulce como la sangre de un diabético:
-No mi amor no podemos vernos, mi doctor no me lo permite, yo no estoy bien, estoy medicada por un psiquiatra, y en realidad no deberíamos estar hablando por teléfono, pero eso es algo completamente imposible.
Siempre estuve orgulloso de con el temple con el que estaba afrontando todo esto y ahora descubría que su voz revelaba su verdadera calma, una calma dopada, que dormía a la tristeza para que pueda soportar tanto dolor.
¡Que hice! Le cagué la vida al motor de mi existencia, todo era cierto, no merezco vivir, solo merezco lo peor.
Arruiné uno de los espíritus más nobles que he visto.
Apagué la luz de sus ojos que despedazaban el horizonte. ¡Cómo pude ser capaz de doblegar el temple indomable de su ser, para dejarla derrotada de amor!
No sé qué fue lo que pasó, ni cómo pude hacer que la maquinaria de hacer palabras aún funcione.
La destrucción es casi total... ¿Pero cómo pudo pasar? Y una bomba atómica de recuerdos cae en medio de mi cabeza y caigo de rodillas y me desespero tratando de contener al gran hongo radioactivo y mis manos desesperadas entre los escombros de mis pensamientos buscan rescatar a mis muertos y no puedo más... Y cuando se hace incontenible que sangren mis ojos... tu ausencia que me toma por el cuello con fuerza y comienzo a sentir la asfixia que alguna vez advertí en tus ojos. No puedo defenderme de mi soledad que me zamarrea junto a los recuerdos que tengo de vos mi amor, y me estrello contra todo y todos mis sentidos que se encierran en una claustrofobia salvaje, y otra vez aquel último día que no deja de arrinconarme, que no me deja olvidarte, que se ahoga con un último suspiro, que teme perderte y los gritos frenéticos de mi sangre que trata de salvarte y el dolor que comienza acuchillarme la espalda y mis manos tiritando de miedos no pueden encontrarle el sentido a todo esto y mi cuerpo que se apaga en un silencio muerto, rendido, destrozado, indefenso… Con los ojos bien abiertos y mis mejillas secas.
Volví a tener aquel mismo sueño que alguna vez pretendí olvidar. Estaba con Ella en el patio de nuestra casa una tarde de domingo jugando con nuestra perra, con el brillo de la felicidad en nuestros ojos como cada vez que estábamos juntos y el sonido de su risa hace ladrar a mi corazón de alegría, nos pasábamos de mano en mano un hueso de plástico mientras nuestra mascota que corre enloquecida tratando de capturarlo, con el sol que pareciera iluminarse sobre Ella que parecía flotar sobre el verde pasto que la esperaba caer del cielo. El cielo, en donde recostados en el césped se ponía de todos colores cuando no podíamos evitar cerrar los ojos para disfrutar de un beso. Fue en uno de esos besos cuando al abrirlos vimos a nuestra perra tratar de saltar un alambrado en el que se quedo enredada con los alambres de la cerca incrustándose en su estomago. El animal comenzó con una serie de aullidos de dolor. Era realmente desesperante tratar de liberarla por mas que tratábamos los alambres parecían hundirse cada vez mas en el cuerpo del animal que agonizaba. El llanto y la desesperación se apodero de nosotros por tratar de salvarla y el sufrimiento se hacia infinito cuando de repente la perra se corto a la mitad cayendo los 2 pedazos uno de cada extremo en el que ahora nos encontrábamos los dos.
Una imagen triste y lamentable: yo sentado nuevamente frente a las palabras que voy escribiendo, que por alguna razón tratan de explicarme los detalles de mi muerte… O como eludirla.
Los destrozos de la casa de alguna manera lograron contenerme. Ya no queda más que romper.
Pero sigo sintiéndome un ángel del infierno, un ser despreciable y maligno y no dejo de culparme, de insultarme, de contener al pecado que comienza a comerme vivo. No puedo más, necesito morir por unos instantes, para después volver y tratar de comprenderlo todo, el boleto a la inconciencia son las pastillas y el alcohol.
No es tu culpa, hay una posibilidad a la que deberás aferrarte y es que ella siempre tuvo un problema, y si se la veía tan bien cuando estaba a tu lado, era por que vos lograbas ponerla así, la separación fue sólo una consecuencia que tarde o temprano iba a hacer despertar las patologías que ahora están presentes en ella.
No recuerdo haber escrito eso, aunque recuerdo haber leído esa teoría en un libro de psicología. ¿Habrá sido mi inconciencia en otros de sus desesperados intentos de salvarme?
Todo se complementaba en un todo absoluto con ella.
¿Cuántos pueden decir que logran cumplir todas sus fantasías con una cómplice dispuesta?
¿Cuántos pueden decir ser libres sexualmente sin prejuicios, ni complejos, ni vergüenzas?
Y lo más extraordinariamente cósmico, es que cada deseo de uno sea recibido con el mismo gozo de saber el placer que está otorgando. Por eso es único, por eso no es amor, por eso los celos son sólo complejos del que los siente, por eso el sexo es carne, es un beso en la mejilla, es un apretón de manos, es una palmada en la espalda, es una conducta natural en la clase de animales que somos, comparándolo cuando se fusiona con el amor dejamos de ser animales para convertirnos en monstruos.
Hacer el Sexo con ella era sublime, absolutamente liberador, una coincidencia universal de los deseos, que buscan algo más, una necesidad de posesión morbosa de cada suspiro que se excita con las palpitaciones, y realmente siento que me entregás tu vida, tu vida en mis manos, que tan frágil puedo manipulear en esos instantes ajenos a cualquier estado, ese preciso instante de entrega y aprehensión, es el extremo de nuestro amor y el culpable de nuestra separación.
Porque al fin y al cabo, uno sólo busca en la vida a alguien que lo entienda, lo comprenda y acepte.
Quizás la palabra ya esté inventada y sea Empatía.
Mis lágrimas no brotan, comprenden que estarían a meses de distancia de detenerse… ¿Y si no hubiese solución? También pensaba en eso, con la misma certeza de seguir de cualquier modo si nos amábamos tanto… Quiero morirme, al menos por unos días.
No resucité, sólo desperté de la muerte, algo me hace pensar que despertar estando muerto debe ser así, en el cielo antes de ser llevado al purgatorio donde pasaría sin decir una palabra, cruzándome una mirada fría con Dios, sin detenerme, dirigiéndome directamente a las puertas del averno para pegar un portazo… Yo también tengo mucho que reprocharle.
Pero el despertar debe ser así, desnudo entre sábanas completamente blancas con el sol entrando en toda la casa potenciando los frescos aromas de la naturaleza.
La sensación es asombrosa, siento olor a cremas y hierbas en mi piel, siento el oxígeno entrando en mi pecho, el silencio entrando en mi cabeza donde no quedan ruidos desordenados, sólo más silencio y la calma de pensar que ya todo terminó.
No puedo moverme, siento entumecidos cada músculo de mi cuerpo. ¡De pronto! Flashes que comienzan a hacerme convulsionar y la fiebre con delirios de testigos comienzan a recordarme todo…
No puedo asegurar como pasó, sólo sé que en uno de mis despertares de la muerte, me encontré con la respuesta.
Asesíname.
¿Por Dios qué hice? ¿Qué hago?
Y mi pene comenzó a endurecerse con la firmeza que lograba con ella, con la sola imagen de eyacular en un cadáver pensado en vos mi amor.
¡No! ¡Es una locura! Vuelvo al cuarto tratando de retenerme, aunque ya es tarde; caigo de la cama, me arrastro buscando una explicación, hasta que otra alucinación se presenta como testigo y me relata los hechos.
Poseído por el celo más feroz que enciende todo mi cuerpo comienzo a transformarme encantado por una horda de recuerdos.
Y te imagino, te recuerdo, te alucino y puedo verte y casi tocarte en la oscuridad.
Qué lastima que para darme cuenta de todo esto no haya podido imaginarlo y tenga que vivirlo, tal vez esto siga llamándose amor y lo otro se llame “Amorbo” o “Esquizofrenia detonada por el individuo indicado”.
Y de la misma forma que un soldado a punto de morir teme ir al infierno buscando desesperadamente a un Dios que lo rescate, sólo le temo a tu ausencia y que no haya otro amor que me lleve al paraíso.
Hoy soy todo lo que me queda de ego y voluntad, y todo el mundo me chupa la pija. ¿Esta claro? Y soy el pata de lana que se garchó a la mujer del carpintero, ¡ay Maria, no debiste ocultarme que estabas ovulando!
Mi pene parece encontrarle una explicación a todo esto, o será que en realidad comienzo a resolver con el juicio de un pene harto de padecer mi voluntad, por eso primero, tengo que coger cualquier cosa, ya no puedo más, me siento una florcita “marchota” en una maceta. Y otra vez me siento poseído por la violencia que en este caso ya no quiere romper más nada, sólo en mis escombros tal vez hallaré las respuestas, pero si mi pene tiene razón, si debo sacarme la leche de una buena vez por todas al crimen que tarde o temprano termine con nuestro amor.
¿Y si cometiera el crimen con otra? Seguramente ahí encontraría las respuestas que busco, lo haría sin temerle a las nuevas preguntas que derivarían en otras consecuencias.
Ya tengo a la elegida para el sacrifico, mi vecina es perfecta, es más, creo que estoy iluminado, encontrando las respuestas por estar escribiendo al palo; me doy cuenta de la perfección de mi maravilloso plan, cuanto más logre compenetrarme, imaginarme que no es la vecina, que es mi Ana, más veracidad tendrá la prueba de cómo voy a reaccionar con ella el día de nuestro encuentro, es perfecto, servirá además para que pueda coger sin culpas ni remordimientos después de tanto tiempo porque, de algún modo lograré convencerme que será Ana, y no será como esos polvos que antes de que se me agote el semen, todo mi cuerpo era invadido por la angustia.
La maldita es una chusma que debe creer saber todo de mí por mis ruidos y algunos gritos y maldiciones en ataques de impotencia.
Ya tengo la carnada.
A partir de ahora comienzo a ejecutar mi plan, son las 23:07, ella llega a medianoche, lo sé porque cada vez que llega enciende la radio y están pasando el himno, nunca me importó de dónde viene, calculo que de su trabajo, pero siempre cae a media noche, bien, tengo una hora para que se me ocurra algo, G-G-G-G-G, no puedo parar de reírme, je-je- jajajaja, ya se me ocurrió todo y es una locura, pero como yo lo veo, es una locura efectiva para tal fin.
Ahora bien, esta idea se me ocurrió de la siguiente manera:
Me imaginé que cuando llegara la vecina, subiría por las escaleras y pasaría por delante de mi puerta antes de entrar a su casa, que es la puerta del al lado, supongo que cada vez que ella llega o se va, en ese ínterin que le lleva cerrar su puerta con llave, debe aprovechar al máximo para ver qué estoy haciendo, en ese momento tendré que preparar algo que llame su atención para hacerla entrar. Fue en ese instante que me dije a mi mismo sin llegar a escribirlo, qué lástima que no tengo ganas de hacer caca, porque si no me echaría un cago cerca de la puerta abierta del lado de adentro previniendo a que si no lo ve, pueda sentir al menos el olor y por otro lado los soretes humanos siempre llaman la atención.
De ese pensamiento surgió otro punto y era darme cuenta de qué podía hacer para tener ganas de hacer caca en ese momento, e inevitablemente surgió un punto importantísimo, ¿Con que grado de lucidez me voy a enfrentar a dicha labor? Sobrio sería imposible ya que no lo estoy desde que no estoy con ella y sería insostenible cumplir con el fin principal de todo esto, lograr autoconvencerme que este es el encuentro tan esperado con Ana y confirmar lo peligroso que puede llegar a ser encontrarme con la verdadera, sin hacerla correr el riesgo que le espera a esta inconsciente impostora.
Todo apunta a que debo tomar cocaína, ya que aspirando una buena rayota me agarran ganas de cagar al toque.
Ya está, no está mal, bebí del líquido espirituoso (whisky) y algo fermentó rápidamente en mí, entonces defequé a medio metro de la entrada y deje la puerta abierta, son las 23:42 me vuelvo en la penumbra y me entrego a esperar mientras cierro los ojos por un instante para encontrarme con mi amada para terminar con la mirada varada, cautivado por el humito que aún emana mi mierda.
Ahora puedo verlo todo, para cuando llegó la vecina ya estaba mentalizado de que era mi encuentro con Ana, ya sabía lo que tenía que hacer si todo sucedía según el plan, habían pasado solo unos minutos de la medianoche cuando escuché los primeros pasos por las escaleras. Puedo empezar a ver su cabello cuando una ráfaga de viento empuja la puerta y la deja apenas entreabierta dejándome a oscuras. La escucho meter las llaves en su puerta y apenas la gira solo una vez, se detiene y mi puerta comienza a abrirse, esta vez no es el viento, es ella que se asoma en la oscuridad con cautela, toma el picaporte como para cerrar y cuando pensé en salir a atraparla y meterla dentro por la fuerza o resignarme y esperar otro momento, o casi arrepentirme y pensar que esto no era una buena idea, su olfato la obligó a investigar, cuando vio la montaña de mierda, dijo mi nombre con fuerza para asegurarse de que no estaba, dio unas vueltas y la única luz que no prendió fue la de la pieza donde estaba agazapado en la oscurana cómplice, desde donde la vi asomarse, luego, no lo dudó, se arremangó y se puso a limpiar el piso, cuando terminó miró alrededor como no encontrando explicación, pensé que se iba poner a curiosear mis cosas y era en ese momento donde pensaba atraparla, pero no, comenzó a apagar las luces y cuando volvió a recoger su bolso de la mesa, la atrapé y la sumergí en las penumbras de mi dormitorio, casi no se resistió y no fue algo que pensé en ese momento ya que me encontraba en pleno gozo de mi realidad, mi boca no podía dejar de decirle que la amaba y todo fue como la última vez, mis manos no dejaban de escanear su piel, con los ojos cerrados con fuerza podía ver que realmente era ella, la única droga que necesité siempre, aspirar su entidad de aromas de ensueño, de descifrarla con mis labios, de escuchar su canto a los placeres atómicos que detonaban en nuestros cuerpos radioactivos a cada beso, y no hay cima, no hay abajo ni arriba, y no soy yo ni es ella, es la energía de nuestras vidas combinadas para un infinito, un infinito adictivo, que sabe que no es lo que significa, que a veces es vencido por la lógica y todo tiene un final.
Hablé con ella después de muerta durante días sin dormir ni desprenderme de su lado, su último suspiro aún sonaba y se hacía eco en todo el cuarto susurrándome, diciéndomelo todo, respondiendo preguntas que dejan caer el arma de las manos del cobarde que soy y quiere volarse los sesos para acabar con todo esto.
No se de donde saldrán las palabras que puedan hacerme entender que fue lo que sucedió, no se que debo hacer con tanto dolor.
Y hoy aquí y ahora sobre cada marca que te hice puedo encontrar las respuestas que se escriben con sangre “sabia” de tu cuerpo y punza en mi cerebro que estalla en más preguntas.
Ana apareció en mi vida hace unos meses una tarde mientras esperaba el colectivo en el parque, por alguna razón me quede mirándola, sin saber aun que se llamaba Ana, sin saber aun que te conocía, vencida en uno de los bancos de la plaza hablaba por teléfono y en ese segundo que me llevaría ver a otro lado y no volver a verla, rompió en llanto y a pesar de que no quería mirarla para no incomodarla, no podía dejar de contemplarla con piedad, era desesperante observar su sufrimiento sin hacer nada, hasta que guardó su celular, quiso calmarse y parecía lograrlo, pero cuando quiso levantarse cayó subyugada de rodillas y se entregó nuevamente al llanto, no más, no pude aguantar la angustia de verla en ese estado aunque fuese una desconocida y una inercia misericordiosa me llevó a socorrerla.
Así nos conocimos y comencé también a ser parte de su vida, nadie más que yo sabe por lo que pasó Ana en todo este tiempo de ausencias.
Ella también fue como un alquimista encontrando pócimas que resuelvan sus por qué.
Y encontró sus respuestas, y se dio cuenta que estaba equivocada, que cómo sería posible encontrarle respuestas al amor, el Amor que es lo mas parecido a un mono sin instinto y que sólo se aferra entusiasmado a sus caprichos, ella tenía tan en claro que nunca sería feliz a tu lado como que eras el ser que mas amaba en su vida, lo confirmó al poco tiempo de haberte conocido, así me lo contó:
Una mañana mientras el sol entraba por la ventana y se nos metía en la cama, desperté y apenas abrí mis ojos lo vi dormir a mi lado y no pude más que sonreír, así me pasó siempre con el, y sólo con él, eran momentos incontenibles en que de repente lo observaba y sentía cosquillas en todo el cuerpo y no podía resistir abrazarlo y besarlo. Pero esa mañana el sol no solo me hacía alucinar con los puntitos al atravesar la ventana, de repente, esos puntitos se transformaron y terminaron creando a Dios que se aparecía casi a los pies de la cama y se me presentaba diciendo:
-Hola Ana, como tu Dios me alegra verte feliz pero como todo Dios y como dice el dicho, “el señor tiene formas extrañas de actuar” y bueno deberás entenderme, yo también tengo mis preguntas sin responder. Perdí a las cartas con la Muerte y debo pagarle con el alma de tu amado.-
Lo miré como se lo mira a Dios y no dudé ni un instante en apuñar mis dedos y llevarlos entre medio de mis ojos, de donde me quité el alma y se la entregué a Dios, que junto a la Muerte se fueron satisfechos mientras mi cuerpo quedaba inerte para siempre, y morir con la sonrisa de haberlo salvado.
Al despertar no sólo comprobé que estaba dispuesta a dar la vida por él, sino que también nunca dejaría de amarlo. Ahora todo es distinto, él es la muerte que puede salvarme, ahora es él quien tendrá que estar dispuesto. Solo así sabré que me ama, liberándome de este dolor de que nunca seremos el uno para el otro, que nos equivocamos y pagamos con tiempo y mucho amor que ahora se escurre sin sentido.
Y la lógica no tiene lugar y es echada a patadas de mi cabeza, estamos hablando de amor y no importa cuan contradictorio sea que quiera otorgarle mi vida y mi muerte.
Y como siempre de cada respuesta brotan más preguntas, todo se hace infinito y pareciera ser la causa de que se vuelvan locos los sabios que no se atreven a responderme qué debo hacer, si todo lo que puedo dar de amor sólo puedo dárselo a alguien que definitivamente, cada día sin darse cuenta confirmaba que no sería lo que esperaba de la felicidad.
Ahora solo espero que tu lengua prenda su fuego
en la hoguera que es mi boca.
Darte hasta mi último aliento,
para alcanzar el cielo en tus brazos
y encontrar la verdadera felicidad en tus ojos,
después de liberarme de tanto Amor.
Ahora debo decirte que nada fue casual, cuando conocí a Ana me hice su cómplice para ayudarla en su cometido, no fue fácil encontrarte, pero por suerte te fuiste a la casa deshabitada donde vivían tus abuelos que fue donde viviste en tu adolescencia, en un momento, temimos por tu vida y en unos de tus estados de inconciencia, entré a tu casa sin que te enteraras a escribir las palabras a las que te aferraste para seguir viviendo y que manipularon este final, a pedido de ella comencé a cocinarte tus comidas preferidas, estuvo tan preocupada que me suplicó que te cuide y te alimente, desesperaba cada vez que le pasaba los informes de tus estados.
El plan que elaboraste para matarme era lo que esperábamos, ya que tuve que teñirme el cabello y me llevó un tiempo para lograr mimetizarme con Ana, no había otra opción, Ana tenía que morir en tus brazos para liberarse de tanto amor que colapsó, era el único final feliz que existía para ella, por eso esa noche nos cambiamos en el momento justo y se dejó atrapar por vos sin que puedas ni quieras notarlo.
Ahora puedes comenzar una nueva vida, una nueva vida juntos.
Te dije que te quería solo para mí…
¿Entendiste?
FIN
Epílogo
Hay un hombre que busca subliminalmente (o no tanto) la forma de complicar una simple lógica poniendo a prueba los limites de los deseos. Este hombre entiende del “amor” que necesita un nombre nuevo. Sí, un término nuevo, pero para qué concepto de “amor”. Esta es la historia de dos (y donde comen dos puede tranquilamente servirse un tercero) que buscan ir más allá de dónde se cree comúnmente que se puede llegar. Pero, ¿qué es lo común? ¿Acaso lo “común” se relaciona directamente con lo “ordinario” o con lo “normal”? En un orbe que gira y gira sobre el eje material de manera salvaje hay, a su par, amores que yiran y yiran alrededor de una fidelidad salvaje. Los seres ofuscados por el amor somos muchos, pero el amor ofuscado por los seres…ese amor… ¿Qué es? Hay un punto relevante en todo esto y le apunta al talón de la historia que aquí a de terminar: Aquel que no ama plenamente piensa que tu amor es incompleto, te culpa, y de ahí te va a odiar a la perfección. Tal perfección en el odio se confundirá con amor… es por eso que en el mundo actual, tan salvajemente materialista como siempre, pero con menos tapujos…el amor ofuscado va a ser salvajemente “amorbizado” Y no importa qué tan rápido corras de las malas intenciones, ni dónde te ocultes de tus propias malas intenciones…aún serás la presa de quién crea que solo eres para el. En el amor entre dos… todo es lo que parece y nada se parece a lo que “comúnmente” se denomina “Amor”.
Jessica Burgués.
Un escritor al límite…
Leer a Gastón es un viaje sin retorno. Considerar esta obra convierte al escritor en una maquinaria alucinante. Prolífico, independiente y cineasta. Capaz de subvertir lo bello en repugnante y viceversa. Incapaz de darnos un respiro, una salida. Su literatura es una excusa para transgredir límites. Irrespetuoso pero con estilo. Abandonada a la funesta idea de escribir por que sí, y explotando el lenguaje desde lo obsceno a lo romántico y fecal. Una catarsis meditada. El que lea esta obra no saldrá indemne.
Demian Mazur
Fuerte, controvertido. Con la prosa atrapante de siempre que nos tiene acostumbrado el autor, bien matizada con descansos de humor y colores poéticos. Un libro para animarse a leer en pareja.
Lic: Patricio Lagos
Cuando el Amor y el Sexo alcanzan sus extremos.
Cuando el Crimen es la única salida.
Cuando el tormento de lo inevitable se hace presente.
Cuando la moral establecida
tienta a los caprichos de la fantasía.
Cuando lo infinito de los sentimientos
quedan acorralados por la lógica.
Solo la Muerte puede acabar con tanto Dolor.
Hércules Rockefeler
“Flectere si nequeo superos, Ancheronta movebo”
(“Si no puedo doblegar a los Dioses del cielo,
conmoveré a los poderes del infierno”.)
La Eneida de Virgilio
Todo se enciende con el beso macabro que detona saliva y sudor junto a los fluidos del cuerpo derretidos por este instante eterno, perpetuo…
Un inevitable impulso se concentra en mi sexo y mis manos que,
maldecidas por la inercia retorcida de un gozo infinito,
cubren su cabeza con una bolsa de nylon transparente y paralizan el aire presionando su cuello sin darme tiempo a detenerme a pensar en lo que estoy haciendo.
Todo se transforma.
Los colores dejan de ser colores para transmutarse en sombras de oscuridad.
Su rostro bajo la neblina de la asfixia me sonríe extasiado haciéndome derramar baba caliente que hierve y se cuece en mi boca, estrangulando mis dientes con saña, elevándome, alcanzando los nirvanas del placer.
Sus pupilas a punto de estallar se reflejan en las mías que trémulas comienzan a espantarse de horror por el espeluznante brillo que comienzo a percibir en sus ojos,
en una brutal simbiosis de placer y desesperación.
Todo se pone blanco… Todo se pone negro…
Y una inmensa necesidad de contrastes color sangre sudan desesperados por alcanzar la cima del orgasmo.
Estoy desarmado, apenas provisto de palabras que me contienen para que no me vuelva loco, el sonido de mis voz está en la yema de mis dedos apretando “botonitos” con letras y sólo puedo escucharme cuando me leo, me sirvo para conversarme, me recuerdo lo que hago, no son sólo letras, a veces son el sonido de mis tripas que me recuerdan que hace mucho que no alimento al envase que es mi cuerpo, y quién más que yo sabe que no duermo, quién si no más que yo mismo, deba cuidarse y mandarse a soñar. De todo eso y mucho más sirven las palabras que no puedo dejar de armar con letras como si fueran rompecabezas esperando respuestas.
A lo largo de mi vida ya casi me venía acostumbrando a las siguientes frases:
¡Me cagaste la vida! Sentenciaban, asegurando que por haber pasado por su vida ya no tendrían salvación.
¡Maldigo el día en que te conocí! (A veces haciendo referencia al lugar en donde me conoció, o a la circunstancia).
¡Por qué no te morís mal nacido! Intentando convencerme de que lo mejor que podía hacer por la humanidad era liquidarme.
¡Maldito, te merecés lo peor! Deseándome que me pise un tren, un camión o colectivo pero que agonice los más que sea posible.
Y algunas otras muy parecidas e irreproducibles, ya que sería imposible trasmitir el sentimiento con las que fueron dichas.
Esto es algo que ya no llega afectarme tanto, ya que además de haber pagado con creces las veces en que me he portado mal, rectificando que “todo la malo que das, el doble te volverá”, también estuve del otro lado, con locas de mierda que juraban matarse si las dejaba, hijas de puta que al ver que las cosas no daban para más, me han querido enganchar con un crío, o putas, muy putas que se enamoraban de mi verga y se excitaban degradándose con el único fin de que me las garche, ellas fueron las primeras culpables de incubar en MI sentimientos de cóleras casi incontrolables, ya que recuerdo que de algún modo me terminaba enroscando en sus mambos oscuros y cuando las garchaba seguramente se aprovechaban de mis retorcidos antojos para alimentar su sumisión. Quizás solo buscaba humillarlas, lastimarlas y el loco era yo, en realidad creo ahora después de tanto tiempo que trataba de rescatarlas de mi mismo, solía advertirles:
Lo peor que te puede pasar es que un tipo como yo se enamore de vos.
Y no les mentía, era lo mas veraz que podía decirles, no lo sé, quizás quería espantarlas, tal vez lo soportaban para brindarme placer, pero de a poco, por algo que esta más allá de la razón, casi sin darme cuenta me fui acercando a los límites del dolor, mordiendo pezones al borde de hacerlos sangrar, introduciéndoles desodorantes, potes, envases de perfumes de vidrio para completar todos sus huecos, recuerdos de imágenes vivas arrastrándolas de los pelos recorriendo toda la casa buscando objetos fálicos, a veces las escupía o las golpeaba y nada, cuando todo terminaba las echaba y me quedaba recogiendo todo lo usado empastado con cremas, flujos, sangre y mierda o huía a los pocos minutos (si no estaba en mi casa), en esos momentos, me sentía terriblemente usado, eso no era YO, ni lo que quería para mí, era lo que ellas querían de mí, porque seguían llamándome, seguramente enroscadas con flashes de novelas de la tarde.
Hace unos meses que me mudé a este caserón antiguo y la verdad... no pensé que me iba a costar tanto vivir sin ella…
Nuestra relación no podía seguir así… Debíamos recomponer ese desfasaje de extremos entre nuestro amor y nuestros sexos, de algún modo perdimos el control y no podíamos encontrarle una solución a todo esto juntos.
De nada sirvió que tomáramos la precaución de usar una palabra clave para detenerme, ya que suplicar pidiendo “basta” o cualquier otro ruego para que me contenga, sólo alimentaba más al morbo de ambos, pero sabíamos que si ella mencionaba la palabra “Piedad” automáticamente todo se detenía, aunque esa última vez que estuvimos juntos, nos dimos cuenta que era incontrolable para ambos, creo que ya no había palabras claves que ella quisiera nombrar, y temo que una necesidad de satisfacerla me arranque los tímpanos.
¿Cuánto tiempo más hubiésemos durado de no haber frenado en ese momento?
Es verdad… Necesitamos estar solos para evaluar qué será de nosotros, no había otra alternativa que separarnos el tiempo que hiciera falta hasta volvernos a encontrar y ver que resolvemos. Debo tratar de ser razonable, de otra manera correría a su encuentro en momentos de debilidad… La necesito tanto.
Todo esto no significaba una ausencia, sólo era distanciarnos de nuestros cuerpos mortales, físicamente culpables de los efectos de tanto amor, ya que de todos modos hablaríamos por teléfono todos los días, a pesar de todo, era absolutamente necesario confirmar la mínima presencia de la voz, que daba VIDA con cada llamada e iluminaba el alma hasta que inmediatamente el tacto, comprendía la lejanía y creaba una sensación de mierda, que me dejaba con retorcijones de pañuelos perdidos, en los martirios que concibe la angustia. Las conversaciones eran extremadamente incómodas, ya que no podíamos hablarnos con el cariño de siempre, porque además de contrarrestarse con la realidad de estar separados, un mimo piadoso podía desatar un mar de lágrimas por parte de ella y por consecuencia un dolor indescriptible en Mí, acentuado por la ansiedad de lo irreparable (como un padre que descubre haberle pegado a su hijo sin razón), el sonido de su llanto estrangulaba mi garganta y yo sin encontrar palabras que la calmaran, y ella que con frecuencia me insistía en terminar con esto y que volviéramos a estar juntos, pero no, era firme mi posición y le recordaba que esto lo estábamos haciendo por los dos. A su vez no podía hablarle como si nada, obviando la necesidad que tenía de estar a su lado, ya que se trataba de la persona más importante en mi vida, pero con el tiempo y de alguna manera fuimos encontrando el tono neutral que daba la sensación de que no pasaba nada y con la seguridad de que pasaríamos todo esto y volveríamos a estar juntos.
¡Cómo no aferrarme de esperanza y dar todo por ella, si finalmente había ocurrido el milagro que todos buscan!, estaba absolutamente enamorado de alguien que sentía exactamente lo mismo, y aunque yo crea que la amo más, ella siempre fue la que más lo demostró.
Bueno basta, no quiero escribir más de esto, me duele, siento escarabajos mordisqueando dentro de mi pecho y no sé cuanto más pueda soportarlo.
¿Qué estoy escribiendo entonces? ¿Qué me trajo a estos renglones vacíos, si sabía que no iba a poder evitar recordarla en cada palabra que escriba? Siempre fue así, es la condena que debo cumplir cada vez que estoy lejos de ella.
Será por eso que vivo en silencio, porque sólo así puedo escuchar sus pasos trayéndome sus besos, porque sólo en silencio sigo escuchando su voz, parpadeando sus labios, diciéndome que me ama con los ojos… Y soy el asesino más cursi, soy un niño recostado boca abajo sobre el cadáver de su madre escribiendo con un cuchillo en su pecho las palabras que casi instantáneamente se borran con la ligereza en que brota la sangre después de cada palabra de amor… Basta ya, no aguanto más, me sangran los dedos, me empieza a doler el pecho…
El Amor se presentó en mi vida de la misma manera que se les debe aparecer a todos los mamíferos, de la manera más tramposa de todas y cuando menos se lo espera.
En mi adolescencia solía enamorarme todo el tiempo y el Amor se prolongaba exactamente hasta que el sexo se presentara por primera vez en la relación.
De la primera vez que creí sentir ese inédito sentimiento, recuerdo muy poco, (y creo) lo más importante. No recuerdo el nombre de la que despertó esa necesidad de ponerme por primera vez de novio, ni tampoco puedo recordar como era físicamente ya que nuestro noviazgo no habrá durado más de dos meses y no la volví a ver, lo que sí recuerdo es que si hay algo a lo que hasta el día de hoy soy vulnerable y me puede, son los nobles espíritus que no se detienen ante nada, dispuestos a todo para lograr lo que se propongan. De mi primera novia recuerdo que tenía un carácter muy fuerte, estaba muy segura de sí misma, aún no puedo creer como puedo visualizar tan claramente algunos detalles, en el tercer año de secundaria, me mudé a la casa de mis abuelos y me cambié de colegio cuando faltaban cuatro meses para que terminara las clases, así fue que caí en el aula donde parecía que todos le temían, y nadie se atrevía a decirle nada, ella iba a la escuela a aprender, nunca llegó tarde, nunca se llevó ninguna materia y nunca fue de tener amigos y jamás le importó hacerlos, no dejaba que le levanten la voz y toda esa seguridad se basaba en que todo lo hacía bien. Me acuerdo que cuando querían burlarse de ella por traga libros, ni se inmutaba, realmente parecía no escucharlos y aunque algunos comenzaban a desbordar de impotencia, ninguno se atrevía a acortar la distancia justa para poder correr ante cualquier reacción, tenía una mirada extraña, era una de esas personas con la que uno presiente que no debe darle la espalda cerca del cajón de los cubiertos.
Algo más que puedo recordar es lo que supongo habrá sido el motivo de nuestra separación. En nuestra primera típica discusión de pareja por celos, mostró la hilacha, perdió el control y totalmente enajenada con los ojos desorbitados me gritó:
-¡Te quiero solo para mí! ¡¿Entendés?!
Y aunque algunas personas les parezca no tan descabellado pensar que quien está con UNO no debería gustar de nadie más que exclusivamente de UNO, (ignorando que están manipulando instintivamente al inconsciente subversivo que todos tenemos dentro, que se tienta con lo prohibido). No lo dudé y con una frialdad envidiable de circunstancias y voluntad propia desaparecí de su vida.
Fue aterrador, y pensar que eso sería el principio de otras relaciones que, para colmo no se diferenciarían tanto, o serían todo lo contrario.
De la segunda y tercera vez que me enamoré me acuerdo de todo, pero no quisiera pensar mucho en eso, de la segunda salí indemne, la tercera dolió tanto como 7 abortos juntos al corazón (dos años tardé en poder sacarla de mi mente a esa hija de puta que era más buena que el pan y le toco cruzarse con el pelotudo que era YO), pero es esperanzador para quien lea esto, ya que hubo una cuarta vez, es una muestra de que cuando se cree que no hay nada más, uno puede volver a enamorarse y por lo general es más intenso que lo ya vivido, y diferente, ya que uno no es el mismo.
Fue en esta cuarta oportunidad que apareció Ana, la mujer de mi vida.
El amor como expresión al prójimo, como individuo o como familiar, el amor a la tierra, a la vida, el amor al arte, al trabajo, a los amigos, hace de todos los sentidos un sentimiento hermoso. Ahora, alguien se tendrá que encargar de ponerle un nombre que no sea amor al (mal dicho) amor entre dos sexos (diferentes o iguales, eso no importa, nadie puede salvarse), al amor pasional, al amor cuando se está enamorado.
Quizás a medida que mi diestra junto a mi siniestra hagan temblar las yemas de mis dedos convulsionando sobre estas letras, en algún momento tal vez, me ilumine y pueda rotular a ese amor enfermo, o pueda encontrarle nombre a un sentimiento nuevo que no sea tan egoísta, hasta entonces, debemos reconocer que el amor es una mierda, es una mentira interminable, una pesadilla disfrazada de sueño, un juego psicópata y estúpido, sin el mas mínimo sentido de nobleza. Porque ¿Cuántos serían capaces de morir por la persona que uno ama, para no tener que sufrir la ausencia de éste? ¿Cuántos son realmente los que quieren una pareja feliz antes de que su pareja los haga felices? ¿Cuántos realmente se atreven a ser transparentes con la persona amada? ¿Cuántos son los que asumen sus más íntimos complejos? ¿Cuántos de ustedes pueden ser tan egoístas como para esperar que su amada/o no desee a otra persona más que a uno mismo? ¿Cuántos de ustedes han pasado tiempo con alguien que los ama y dejaron de amar, sabiendo que no era el amor de su vida? O peor aún, ¿Cuántos de ustedes han fantaseado en secreto con otra persona? ¿Cuántos planearon una traición? O lo que sería casi lo mismo: ¿Cuántos se encontraron con la oportunidad y no la dejaron pasar? ¿Cuántos son los que juegan al amor sin mostrar todas las cartas? ¿Cuántos son los que están dispuestos a bajarse los pantalones con tal de que no los dejen? ¿Y los que hacen méritos para ver que pueden obtener? ¿Cuántos están al lado de alguien por que se acostumbraron?
Hipócritas, no se soportan ni ustedes mismos y pretenden ser idolatrados como algo primordial en la vida del otro. Imbéciles, por no darse cuenta que existe la posibilidad de que la otra persona pretenda exactamente lo mismo, siendo tan o más imbécil, desesperado he ingenuo que uno mismo. ¿Cuánto tiempo se puede soportar vivir así?
Sin embargo pareciera que para algunos que están aburridos toda esa locura absurda los entretiene.
En el otro extremo de todas las demás pasiones se encuentra el sexo, que fusionado con el amor, no hace más que fomentar esta puta esquizofrenia, el sexo crudo, carne, sudor, ardor y placer es ejercitado como re-componedor de trivialidades y embarazador de complejos, engañador de dudas que sólo terminan revelando otros traumas. Y de eso nunca se habla, queda como ese silencio de cuando alguno de los padres descubre a cualquiera de sus hijos masturbándose, uno se va para un lado como si nada mirando al piso y el otro se acomoda la ropa rápido y se queda quietito, ambos esperando que nunca se mencione el incidente.
¿Pero qué pasa cuando ese amor que aún no tiene nombre alcanza su extremo y se acerca a lo que sería la perfección?
¿Qué pasaría si uno se enamorara de un habitante del planeta que también se enamorara de uno? ¿Sería cosa del destino? ¿Causalidad o casualidad? Nadie sería capaz de afirmarlo, lo cierto es que ocurrió, fue real, pero algo falló y no importa cuánto tiempo me llevará poder averiguarlo, me sentaré aquí el tiempo que sea necesario hasta atinar una solución a esto que nos está matando... Demasiado amor.
Todo este estado me lleva a vivir molesto, casi como un autista que caga las más vomitivas maldiciones a Dioses de mil nombres, al sol, al cielo, a la lógica divina de la ciencia y la filosofía. Malditos, la razón no puede ser algo tan simple, no puede ser que sólo tenga una respuesta, la verdad misma no puede ser absoluta. Ingenuos, cómo esperan que me ampare en una estampita. ¿Y si están equivocados? ¿Y si descubriéramos que todo es un engaño, y que Dios es el Diablo disfrazado? Ahora entiendo por qué dicen que Dios es amor, por que tanto como en la religión como el Amor dependen de la fe. ¿Y si esto es lo que realmente somos en esta vida? ¿Y si no hubiese psicólogos ni reglas establecidas, si solo fuéramos lo que realmente somos? Sin tener la necesidad de darle a sólo una persona en este mundo la posibilidad de que nos entienda, con la responsabilidad de que no debe fallarle a nuestras expectativas. ¿Y si hubiera un alrededor para contemplar a la naturaleza, y aprender de ella? De los animales que no subestiman a los humanos y sólo son instinto más que conciencia, los verdaderos anarquistas de este sistema.
Por eso no quiero ver amigos, sobre todo si son humanos, sólo acepto compartir momentos con perros callejeros y abandonados, sé que no puedo darles lástima. No quiero ver agujeros de puta donde descargar mi esperma, eso me pone ultra violento ya que puedo perder fácilmente el juicio, cada vez que veo o escucho a una mujer, confirmo que la mía es la más linda del mundo y la mejor de todas, sólo que ahora no está conmigo… Bueno, basta ya… Tengo que salir de acá, será mejor que me convierta en perro y de una vuelta de madrugada.
Finalmente seguí siendo humano y en vez de bajar, preferí subir a la terraza, provisto de una botella de whisky, cuaderno, lapicera, puchos y este perro que aún no se transforma en bocanada.
Sentado en la cornisa, buscando cualquier excusa para no escribir ni una palabra de ella, la que no se nombra ni con el silencio de las letras… Prefiero ladrarle a los autos antes de ser mordido con alguna imagen de su sonrisa… Qué placer… Poder hacerte reír, eran orgasmos del alma.
Finalmente soy rescatado en medio de la noche por alguien que veo llegar a lo lejos, caminando por el medio de la calle y me deja paralizado, no puede ser, parece que es ella, debo estar alucinando…
Comienza a temblarme el pulso, se parece mucho a Ana en su manera de caminar y contextura física, por eso no quiero salir a la calle, por que la veo en todos lados, desde aquí arriba puedo verla llegar desde lejos y su llegada se hace interminable, pero no es, no se quién será, en su pelo parece reflejarse la luna llena de preguntas, se detiene frente a mi edificio, hace una pausa y mira hacia la terraza donde me dispara un rayo de luz del astro que se refleja en sus pupilas. La miré como algo que no tiene importancia, aunque era la culpable de una desilusión y mi corazón aún no podía calmarse de las miles de palpitaciones entusiasmadas y una aterradora sensación de desesperación, sería terrible si Ana me descubriera, los dos tenemos en claro que si nos encontramos sería volver a lo mismo inmediatamente y todo este sacrificio sería en vano, nos amamos demasiado, ese es el problema, ninguno de los dos imagina (ni quiere intentarlo) como sería vivir el uno sin el otro.
Continuó su camino hacia adentro, sin dejarme de iluminar con sus ojos, hasta que en un momento, su mirada fue decapitada por el techo. Ya de cerca, creí reconocerla, pareciera ser mi vecina, creo que la crucé un par de veces en una de mis salidas autistas.
Es una mujer, normal, sencilla, sin exuberancias, se podría decir que era linda y nada más; se podría decir que era parecida a mi mujer, pero no, ELLA, mi vida, es única y no necesita la luna para iluminarse, ¡cómo pude osar confundirla!, me voy a mi cuarto debo abstraerme de todo esto y comenzar a elaborar un plan, encontrar una solución para que pueda volver a su lado.
Ya pasó una semana desde que le dediqué unos renglones a mi vecina, y desde esa noche me la cruzo continuamente, en la escalera, en el supermercado, en el kiosco, de las dos o tres salidas que tengo cada tanto, me la cruzo en todas y en cada encuentro me regala una mirada casi suplicante, esa mirada que usan las prostitutas para que uno como cliente se acerque con confianza, pero ésta no está laburando, es una puta que sólo quiere pija y aunque la ignoraba, causaba minúsculas descargas eléctricas de furia y excitación, donde predominaba la indiferencia, ya que pareciera que desde que me separé de mi mujer ando con mi pito triste y asexuado, con un único uso fisiológico aunque cada tanto no podía evitar masturbarme pensando en mi amada sólo hasta romper en llanto al darme cuenta que lo nuestro no tendría solución.
Hace más de diecisiete meses que estoy encerrado y nada… Nada de nada, no logro encontrarle la salida a todo esto, y en cambio no dejo de escribir las pelotudeces que hago para maltratar al tiempo. No logro concentrarme, mi cabeza se divide en dos, una gran parte no puede dejar de pensar todo el tiempo en ella, la otra en como dejar de pensar. Nada da resultado, ni estar aislado, ni encerrado, sin más compañía que algunas voces que se filtran por las paredes o de los insectos solitarios huéspedes de mi cuarto, que se esconden de mí o me miran con pena desde la penumbra de algún escondrijo.
Voy a bañarme… Pero la puta madre, ¿es necesario que tenga que hablarle a esta máquina de mierda?, será que me siento tan solo, o en realidad estoy hablando conmigo mismo…Mmmm… Esto de andar en bolas por la casa me lleva a encontrarme con mi peor enemigo desde que me separé de mi mujer… Mi pene, un músculo con vida propia que no entiende de Amor pero que psicosomática e inoportunamente crea una asociación entre congoja e ira, para mí y para él ¿Qué mirás hijo de puta? Mi pene me mira erecto, como demandando caprichosamente placer en el momento menos oportuno… Que hijo de puta que es… Lo voy a cagar a trompadas… No me responde, comienzo a apretarlo con fuerza con la mano izquierda, aprovecho tener las uñas largas para clavárselas hasta hacerlo sangrar… No hay caso, sigue erecto, tengo miedo de eyacular, eso me causaría un desasosiego que no podría soportar. Basta ya, dejáme en paz, ¿es que nada puede calmarte? ¡La pija de tu padre! de todos modos, vos te lo estás buscando. Con una cuchilla comienzo a pincharlo cuidadosamente, sólo intento que sienta dolor y se encoja, casi no siento no nada, ahora puedo comprenderla mejor… Con el canto del chuchillo lo golpeo hasta que los dolores aparecen con fuerza hasta fruncirlo y mi cuerpo siente íntegramente el cansancio que le cae encima exprimiendo una lagrima de dolor que se pierde en un sueño de perro que espero no recordar.
Claves para superar por unos instantes tu ausencia:
I-Maldecid a todos los dioses, filósofos y científicos del mundo por esta realidad maligna.
Que me devoren los dragones de tu reino, y me caguen lejos de ti, ya que ni estando hecho mierda mi corazón deja de latir, desde aquella primera vez que escuché el más fantástico de los sonidos: oírte reír.
II-Deshidratar al desconsuelo, sin exprimir lágrimas de mortales, envenenadas de salitre y dolor, que no me de por vencido, y no me deje atrapar por lo inútil del llanto.
Dormí dos días enteros, en realidad en algún momento me desperté para ir al baño (lo sé, porque recuerdo haberme visto en el espejo del botiquín) también recuerdo que no quería despertar, por eso tomé unas pastillas que encontré tiradas junto al inodoro que previniendo las probabilidades de que estuvieran salpicadas con pis, las enjuagué previamente con agua, aunque supongo que el alcohol del whisky matará los gérmenes o los potenciará con alucinaciones en las que me encuentro revoleando las palabras que me recuerdan que debo alimentarme, tengo hambre...
Me cuesta horrores salir de acá adentro, aunque en algún momento voy a tener que hacerlo, hace días que no ingiero ningún tipo de alimento, las drogas y el alcohol tienen adormecidas mis tripas.
Son las once de la noche de quién sabe que día y qué fecha, de lo único que estoy casi seguro es del año, aunque ya no sé de que época, y hasta dudo en que parte del planeta estoy, ya que por la hora veo desde mi ventana que los chinos ya cerraron… Tengo mucha hambre, voy a dar unas vueltas por la casa hasta que decida vestirme o hasta que la angustia devore esta maldita apetencia.
Aproveché un impulso y comencé a buscar algo que ponerme... Nada, todo está de terror, lo que no está roto está inusable, hay remeras o pantalones ensangrentados que usé para vendarme alguna de mis heridas.
Ya comienzo a alterarme, no puede ser que no encuentre ninguna prenda que no llame la atención con su olor, ya que noté que usé la ropa para limpiar porquerías y otras mierdas del piso.
Ofuscado, comencé a revolverlo todo, y cuando comenzaba a tomar aire para despotricar contra el mundo con un tsunami de puteadas… Alguien golpeó a mi puerta.
Me asusté como si ocultara algo peor que a mí mismo, y me sentí absolutamente desprotegido con mi desnudez, hice un silencio y apenas llegué a cubrirme acercándome a la puerta para tratar de oír algo. Y nada, no me animaba a moverme, el sonido de la puerta empezó a resonar en secuencias pasadas en mi cabeza, en algunas ocasiones en que mientras dormía o quedaba en estados en busca de la inconciencia, apenas podía notar el sonido casi igual, sí, eran los mismos tres golpes en la puerta.
No sé cuánto tiempo estuve esperando a que mis agallas se atrevieran a abrir la puerta.
Pero mi valentía tuvo su recompensa ya que del otro lado de la puerta había siete platos con comidas distintas:
Ñoquis con estofado.
Pollo a la mostaza.
Canelones de con salsa mixta.
Rabas y Cornalitos.
Carne rellena.
Guiso de lentejas.
Arroz con leche.
Todas mis comidas favoritas.
Comencé a comer de todo un poco antes de ponerme a pensar que es lo que estaba pasando y volver a dormirme.
Estoy vestido, creo que inconscientemente, pero comprendo que no puedo ni quiero salir de acá.
-¿Otra vez vos acá?
Me pregunta mi reflejo en la pantalla de la computadora.
-Mal, muy mal, gracias por recordármelo, no ves que no puedo dejar de hablarme como un sordo mudo, con los dedos inquietos que le dan el tono de voz exacto a lo que voy sintiendo, no puedo transformarme en nada ni nadie, no puedo dejar de ser yo, otros pensamientos que tendrán que esperar otra madrugada, tengo la mente muerta y me quedaré a velarla, no quiero hablar de eso.
Volvió a mí el más terrible de los miedos, casi la agitación me impide seguir escribiendo, pero no debo parar, no puedo entregarme a otro de mis ataques en que me otorgo a la muerte no sin antes buscar algo que me contenga, no debo dejar de escribir, debo tranquilizarme. Esos 7 platos de alimentos sólo tienen una explicación para mí y sería terrible si lo confirmara. Aunque no puede ser Ana, ella no pudo haberme encontrado, pero mas difícil se me hace pensar quién si no, me estuvo trayendo comida en estos últimos días con la coincidencia de que sean mis comidas favoritas.
Hoy hablamos con Ana como todos los días, hasta que alguno de los dos dice algo indebido y un silencio recibía el sonido más espantoso de todos… Su llanto… Las notas del dolor… La melodía de mi calvario… Para que eso no ocurra, tenemos que encontrar un equilibrio, ya que de todos modos nunca dejaríamos de buscarnos.
Todas nuestras charlas eran iguales, en su contenido e iguales de importantes en nuestras vidas, que seguían su curso pero atados a otra dimensión que en algún momento será única y nos encontrará unidos.
Los diálogos telefónicos con ella:
- Hola mi vida ¿como estás?
-Bien mi amor, ¿y vos?
A partir de ahí todo se reducía a 30 segundos de los más triviales comentarios, y nos despedíamos con un “te amo” casi cotidiano pero no por eso menos sincero e intenso.
Era algo inevitablemente necesario, escuchar su voz, era entender que su corazón seguía latiendo con la misma intensidad de siempre.
Era obvio que nos extrañábamos más de lo que se puede extrañar un brazo amputado, pero el solo mencionarlo nos enteraba de lo oscuro de nuestra contrariedad, y nada había mas difícil que atravesar el penetrante tormento de intentar calmar su llanto, que podía detonarse en alguna palabra que ella recordara haber escuchado cuando estábamos juntos, por eso apenas eran mimos piadosos sin desalentar la autenticidad del mismo.
Hace unos días que no escribo, ni para hablar conmigo mismo ni mucho menos con la esperanza de hallar una respuesta a todo esto. Estuve muerto, respirando la inercia masoquista que me obliga a seguir viviendo este tormento de alcohol, drogas y cavilaciones. Sólo vivía de tres a cuatro minutos por día, cada vez que hablábamos por teléfono donde me mostraba fuerte y optimista, dispuesto a superar cuanto antes esta situación que nos mantenía separados que me esta matando de a poco y creo que lo sabe, no lo puedo permitir, no quiero ni pensar en sus sufrimiento si yo me entregara a la muerte. No, no pienso irme de este mundo sin intentarlo todo para hacerla feliz.
Son contadas con los dedos de la mano de un carnicero las horas que puedo dormir. No puedo cerrar los ojos porque enseguida aparece ella con una sonrisa acercándose a mí, quisiera soñar que me quedo ciego y no volver a abrir mis ojos, sabiendo que en ese instante se esfumaría.
Nos tomamos unos días sin hablar por teléfono, a veces pasa, pienso que nos damos un tiempo para recuperarnos, pero esta mañana, cuando empezó a picarme la necesidad de escuchar su voz y saber que esta viva, mi teléfono sonó con la melodía más hermosa.
Hablamos como siempre pero esta vez me dejó deshecho.
Quería sugerirle que nos encontremos, esta vez era yo quien ya no aguantaba más y de alguna manera logré convencerme de que iba a poder verla con la conducta de contenerme y no enloquecer, pero su respuesta fue tan dulce como la sangre de un diabético:
-No mi amor no podemos vernos, mi doctor no me lo permite, yo no estoy bien, estoy medicada por un psiquiatra, y en realidad no deberíamos estar hablando por teléfono, pero eso es algo completamente imposible.
Siempre estuve orgulloso de con el temple con el que estaba afrontando todo esto y ahora descubría que su voz revelaba su verdadera calma, una calma dopada, que dormía a la tristeza para que pueda soportar tanto dolor.
¡Que hice! Le cagué la vida al motor de mi existencia, todo era cierto, no merezco vivir, solo merezco lo peor.
Arruiné uno de los espíritus más nobles que he visto.
Apagué la luz de sus ojos que despedazaban el horizonte. ¡Cómo pude ser capaz de doblegar el temple indomable de su ser, para dejarla derrotada de amor!
No sé qué fue lo que pasó, ni cómo pude hacer que la maquinaria de hacer palabras aún funcione.
La destrucción es casi total... ¿Pero cómo pudo pasar? Y una bomba atómica de recuerdos cae en medio de mi cabeza y caigo de rodillas y me desespero tratando de contener al gran hongo radioactivo y mis manos desesperadas entre los escombros de mis pensamientos buscan rescatar a mis muertos y no puedo más... Y cuando se hace incontenible que sangren mis ojos... tu ausencia que me toma por el cuello con fuerza y comienzo a sentir la asfixia que alguna vez advertí en tus ojos. No puedo defenderme de mi soledad que me zamarrea junto a los recuerdos que tengo de vos mi amor, y me estrello contra todo y todos mis sentidos que se encierran en una claustrofobia salvaje, y otra vez aquel último día que no deja de arrinconarme, que no me deja olvidarte, que se ahoga con un último suspiro, que teme perderte y los gritos frenéticos de mi sangre que trata de salvarte y el dolor que comienza acuchillarme la espalda y mis manos tiritando de miedos no pueden encontrarle el sentido a todo esto y mi cuerpo que se apaga en un silencio muerto, rendido, destrozado, indefenso… Con los ojos bien abiertos y mis mejillas secas.
Volví a tener aquel mismo sueño que alguna vez pretendí olvidar. Estaba con Ella en el patio de nuestra casa una tarde de domingo jugando con nuestra perra, con el brillo de la felicidad en nuestros ojos como cada vez que estábamos juntos y el sonido de su risa hace ladrar a mi corazón de alegría, nos pasábamos de mano en mano un hueso de plástico mientras nuestra mascota que corre enloquecida tratando de capturarlo, con el sol que pareciera iluminarse sobre Ella que parecía flotar sobre el verde pasto que la esperaba caer del cielo. El cielo, en donde recostados en el césped se ponía de todos colores cuando no podíamos evitar cerrar los ojos para disfrutar de un beso. Fue en uno de esos besos cuando al abrirlos vimos a nuestra perra tratar de saltar un alambrado en el que se quedo enredada con los alambres de la cerca incrustándose en su estomago. El animal comenzó con una serie de aullidos de dolor. Era realmente desesperante tratar de liberarla por mas que tratábamos los alambres parecían hundirse cada vez mas en el cuerpo del animal que agonizaba. El llanto y la desesperación se apodero de nosotros por tratar de salvarla y el sufrimiento se hacia infinito cuando de repente la perra se corto a la mitad cayendo los 2 pedazos uno de cada extremo en el que ahora nos encontrábamos los dos.
Una imagen triste y lamentable: yo sentado nuevamente frente a las palabras que voy escribiendo, que por alguna razón tratan de explicarme los detalles de mi muerte… O como eludirla.
Los destrozos de la casa de alguna manera lograron contenerme. Ya no queda más que romper.
Pero sigo sintiéndome un ángel del infierno, un ser despreciable y maligno y no dejo de culparme, de insultarme, de contener al pecado que comienza a comerme vivo. No puedo más, necesito morir por unos instantes, para después volver y tratar de comprenderlo todo, el boleto a la inconciencia son las pastillas y el alcohol.
No es tu culpa, hay una posibilidad a la que deberás aferrarte y es que ella siempre tuvo un problema, y si se la veía tan bien cuando estaba a tu lado, era por que vos lograbas ponerla así, la separación fue sólo una consecuencia que tarde o temprano iba a hacer despertar las patologías que ahora están presentes en ella.
No recuerdo haber escrito eso, aunque recuerdo haber leído esa teoría en un libro de psicología. ¿Habrá sido mi inconciencia en otros de sus desesperados intentos de salvarme?
Todo se complementaba en un todo absoluto con ella.
¿Cuántos pueden decir que logran cumplir todas sus fantasías con una cómplice dispuesta?
¿Cuántos pueden decir ser libres sexualmente sin prejuicios, ni complejos, ni vergüenzas?
Y lo más extraordinariamente cósmico, es que cada deseo de uno sea recibido con el mismo gozo de saber el placer que está otorgando. Por eso es único, por eso no es amor, por eso los celos son sólo complejos del que los siente, por eso el sexo es carne, es un beso en la mejilla, es un apretón de manos, es una palmada en la espalda, es una conducta natural en la clase de animales que somos, comparándolo cuando se fusiona con el amor dejamos de ser animales para convertirnos en monstruos.
Hacer el Sexo con ella era sublime, absolutamente liberador, una coincidencia universal de los deseos, que buscan algo más, una necesidad de posesión morbosa de cada suspiro que se excita con las palpitaciones, y realmente siento que me entregás tu vida, tu vida en mis manos, que tan frágil puedo manipulear en esos instantes ajenos a cualquier estado, ese preciso instante de entrega y aprehensión, es el extremo de nuestro amor y el culpable de nuestra separación.
Porque al fin y al cabo, uno sólo busca en la vida a alguien que lo entienda, lo comprenda y acepte.
Quizás la palabra ya esté inventada y sea Empatía.
Mis lágrimas no brotan, comprenden que estarían a meses de distancia de detenerse… ¿Y si no hubiese solución? También pensaba en eso, con la misma certeza de seguir de cualquier modo si nos amábamos tanto… Quiero morirme, al menos por unos días.
No resucité, sólo desperté de la muerte, algo me hace pensar que despertar estando muerto debe ser así, en el cielo antes de ser llevado al purgatorio donde pasaría sin decir una palabra, cruzándome una mirada fría con Dios, sin detenerme, dirigiéndome directamente a las puertas del averno para pegar un portazo… Yo también tengo mucho que reprocharle.
Pero el despertar debe ser así, desnudo entre sábanas completamente blancas con el sol entrando en toda la casa potenciando los frescos aromas de la naturaleza.
La sensación es asombrosa, siento olor a cremas y hierbas en mi piel, siento el oxígeno entrando en mi pecho, el silencio entrando en mi cabeza donde no quedan ruidos desordenados, sólo más silencio y la calma de pensar que ya todo terminó.
No puedo moverme, siento entumecidos cada músculo de mi cuerpo. ¡De pronto! Flashes que comienzan a hacerme convulsionar y la fiebre con delirios de testigos comienzan a recordarme todo…
No puedo asegurar como pasó, sólo sé que en uno de mis despertares de la muerte, me encontré con la respuesta.
Asesíname.
¿Por Dios qué hice? ¿Qué hago?
Y mi pene comenzó a endurecerse con la firmeza que lograba con ella, con la sola imagen de eyacular en un cadáver pensado en vos mi amor.
¡No! ¡Es una locura! Vuelvo al cuarto tratando de retenerme, aunque ya es tarde; caigo de la cama, me arrastro buscando una explicación, hasta que otra alucinación se presenta como testigo y me relata los hechos.
Poseído por el celo más feroz que enciende todo mi cuerpo comienzo a transformarme encantado por una horda de recuerdos.
Y te imagino, te recuerdo, te alucino y puedo verte y casi tocarte en la oscuridad.
Qué lastima que para darme cuenta de todo esto no haya podido imaginarlo y tenga que vivirlo, tal vez esto siga llamándose amor y lo otro se llame “Amorbo” o “Esquizofrenia detonada por el individuo indicado”.
Y de la misma forma que un soldado a punto de morir teme ir al infierno buscando desesperadamente a un Dios que lo rescate, sólo le temo a tu ausencia y que no haya otro amor que me lleve al paraíso.
Hoy soy todo lo que me queda de ego y voluntad, y todo el mundo me chupa la pija. ¿Esta claro? Y soy el pata de lana que se garchó a la mujer del carpintero, ¡ay Maria, no debiste ocultarme que estabas ovulando!
Mi pene parece encontrarle una explicación a todo esto, o será que en realidad comienzo a resolver con el juicio de un pene harto de padecer mi voluntad, por eso primero, tengo que coger cualquier cosa, ya no puedo más, me siento una florcita “marchota” en una maceta. Y otra vez me siento poseído por la violencia que en este caso ya no quiere romper más nada, sólo en mis escombros tal vez hallaré las respuestas, pero si mi pene tiene razón, si debo sacarme la leche de una buena vez por todas al crimen que tarde o temprano termine con nuestro amor.
¿Y si cometiera el crimen con otra? Seguramente ahí encontraría las respuestas que busco, lo haría sin temerle a las nuevas preguntas que derivarían en otras consecuencias.
Ya tengo a la elegida para el sacrifico, mi vecina es perfecta, es más, creo que estoy iluminado, encontrando las respuestas por estar escribiendo al palo; me doy cuenta de la perfección de mi maravilloso plan, cuanto más logre compenetrarme, imaginarme que no es la vecina, que es mi Ana, más veracidad tendrá la prueba de cómo voy a reaccionar con ella el día de nuestro encuentro, es perfecto, servirá además para que pueda coger sin culpas ni remordimientos después de tanto tiempo porque, de algún modo lograré convencerme que será Ana, y no será como esos polvos que antes de que se me agote el semen, todo mi cuerpo era invadido por la angustia.
La maldita es una chusma que debe creer saber todo de mí por mis ruidos y algunos gritos y maldiciones en ataques de impotencia.
Ya tengo la carnada.
A partir de ahora comienzo a ejecutar mi plan, son las 23:07, ella llega a medianoche, lo sé porque cada vez que llega enciende la radio y están pasando el himno, nunca me importó de dónde viene, calculo que de su trabajo, pero siempre cae a media noche, bien, tengo una hora para que se me ocurra algo, G-G-G-G-G, no puedo parar de reírme, je-je- jajajaja, ya se me ocurrió todo y es una locura, pero como yo lo veo, es una locura efectiva para tal fin.
Ahora bien, esta idea se me ocurrió de la siguiente manera:
Me imaginé que cuando llegara la vecina, subiría por las escaleras y pasaría por delante de mi puerta antes de entrar a su casa, que es la puerta del al lado, supongo que cada vez que ella llega o se va, en ese ínterin que le lleva cerrar su puerta con llave, debe aprovechar al máximo para ver qué estoy haciendo, en ese momento tendré que preparar algo que llame su atención para hacerla entrar. Fue en ese instante que me dije a mi mismo sin llegar a escribirlo, qué lástima que no tengo ganas de hacer caca, porque si no me echaría un cago cerca de la puerta abierta del lado de adentro previniendo a que si no lo ve, pueda sentir al menos el olor y por otro lado los soretes humanos siempre llaman la atención.
De ese pensamiento surgió otro punto y era darme cuenta de qué podía hacer para tener ganas de hacer caca en ese momento, e inevitablemente surgió un punto importantísimo, ¿Con que grado de lucidez me voy a enfrentar a dicha labor? Sobrio sería imposible ya que no lo estoy desde que no estoy con ella y sería insostenible cumplir con el fin principal de todo esto, lograr autoconvencerme que este es el encuentro tan esperado con Ana y confirmar lo peligroso que puede llegar a ser encontrarme con la verdadera, sin hacerla correr el riesgo que le espera a esta inconsciente impostora.
Todo apunta a que debo tomar cocaína, ya que aspirando una buena rayota me agarran ganas de cagar al toque.
Ya está, no está mal, bebí del líquido espirituoso (whisky) y algo fermentó rápidamente en mí, entonces defequé a medio metro de la entrada y deje la puerta abierta, son las 23:42 me vuelvo en la penumbra y me entrego a esperar mientras cierro los ojos por un instante para encontrarme con mi amada para terminar con la mirada varada, cautivado por el humito que aún emana mi mierda.
Ahora puedo verlo todo, para cuando llegó la vecina ya estaba mentalizado de que era mi encuentro con Ana, ya sabía lo que tenía que hacer si todo sucedía según el plan, habían pasado solo unos minutos de la medianoche cuando escuché los primeros pasos por las escaleras. Puedo empezar a ver su cabello cuando una ráfaga de viento empuja la puerta y la deja apenas entreabierta dejándome a oscuras. La escucho meter las llaves en su puerta y apenas la gira solo una vez, se detiene y mi puerta comienza a abrirse, esta vez no es el viento, es ella que se asoma en la oscuridad con cautela, toma el picaporte como para cerrar y cuando pensé en salir a atraparla y meterla dentro por la fuerza o resignarme y esperar otro momento, o casi arrepentirme y pensar que esto no era una buena idea, su olfato la obligó a investigar, cuando vio la montaña de mierda, dijo mi nombre con fuerza para asegurarse de que no estaba, dio unas vueltas y la única luz que no prendió fue la de la pieza donde estaba agazapado en la oscurana cómplice, desde donde la vi asomarse, luego, no lo dudó, se arremangó y se puso a limpiar el piso, cuando terminó miró alrededor como no encontrando explicación, pensé que se iba poner a curiosear mis cosas y era en ese momento donde pensaba atraparla, pero no, comenzó a apagar las luces y cuando volvió a recoger su bolso de la mesa, la atrapé y la sumergí en las penumbras de mi dormitorio, casi no se resistió y no fue algo que pensé en ese momento ya que me encontraba en pleno gozo de mi realidad, mi boca no podía dejar de decirle que la amaba y todo fue como la última vez, mis manos no dejaban de escanear su piel, con los ojos cerrados con fuerza podía ver que realmente era ella, la única droga que necesité siempre, aspirar su entidad de aromas de ensueño, de descifrarla con mis labios, de escuchar su canto a los placeres atómicos que detonaban en nuestros cuerpos radioactivos a cada beso, y no hay cima, no hay abajo ni arriba, y no soy yo ni es ella, es la energía de nuestras vidas combinadas para un infinito, un infinito adictivo, que sabe que no es lo que significa, que a veces es vencido por la lógica y todo tiene un final.
Hablé con ella después de muerta durante días sin dormir ni desprenderme de su lado, su último suspiro aún sonaba y se hacía eco en todo el cuarto susurrándome, diciéndomelo todo, respondiendo preguntas que dejan caer el arma de las manos del cobarde que soy y quiere volarse los sesos para acabar con todo esto.
No se de donde saldrán las palabras que puedan hacerme entender que fue lo que sucedió, no se que debo hacer con tanto dolor.
Y hoy aquí y ahora sobre cada marca que te hice puedo encontrar las respuestas que se escriben con sangre “sabia” de tu cuerpo y punza en mi cerebro que estalla en más preguntas.
Ana apareció en mi vida hace unos meses una tarde mientras esperaba el colectivo en el parque, por alguna razón me quede mirándola, sin saber aun que se llamaba Ana, sin saber aun que te conocía, vencida en uno de los bancos de la plaza hablaba por teléfono y en ese segundo que me llevaría ver a otro lado y no volver a verla, rompió en llanto y a pesar de que no quería mirarla para no incomodarla, no podía dejar de contemplarla con piedad, era desesperante observar su sufrimiento sin hacer nada, hasta que guardó su celular, quiso calmarse y parecía lograrlo, pero cuando quiso levantarse cayó subyugada de rodillas y se entregó nuevamente al llanto, no más, no pude aguantar la angustia de verla en ese estado aunque fuese una desconocida y una inercia misericordiosa me llevó a socorrerla.
Así nos conocimos y comencé también a ser parte de su vida, nadie más que yo sabe por lo que pasó Ana en todo este tiempo de ausencias.
Ella también fue como un alquimista encontrando pócimas que resuelvan sus por qué.
Y encontró sus respuestas, y se dio cuenta que estaba equivocada, que cómo sería posible encontrarle respuestas al amor, el Amor que es lo mas parecido a un mono sin instinto y que sólo se aferra entusiasmado a sus caprichos, ella tenía tan en claro que nunca sería feliz a tu lado como que eras el ser que mas amaba en su vida, lo confirmó al poco tiempo de haberte conocido, así me lo contó:
Una mañana mientras el sol entraba por la ventana y se nos metía en la cama, desperté y apenas abrí mis ojos lo vi dormir a mi lado y no pude más que sonreír, así me pasó siempre con el, y sólo con él, eran momentos incontenibles en que de repente lo observaba y sentía cosquillas en todo el cuerpo y no podía resistir abrazarlo y besarlo. Pero esa mañana el sol no solo me hacía alucinar con los puntitos al atravesar la ventana, de repente, esos puntitos se transformaron y terminaron creando a Dios que se aparecía casi a los pies de la cama y se me presentaba diciendo:
-Hola Ana, como tu Dios me alegra verte feliz pero como todo Dios y como dice el dicho, “el señor tiene formas extrañas de actuar” y bueno deberás entenderme, yo también tengo mis preguntas sin responder. Perdí a las cartas con la Muerte y debo pagarle con el alma de tu amado.-
Lo miré como se lo mira a Dios y no dudé ni un instante en apuñar mis dedos y llevarlos entre medio de mis ojos, de donde me quité el alma y se la entregué a Dios, que junto a la Muerte se fueron satisfechos mientras mi cuerpo quedaba inerte para siempre, y morir con la sonrisa de haberlo salvado.
Al despertar no sólo comprobé que estaba dispuesta a dar la vida por él, sino que también nunca dejaría de amarlo. Ahora todo es distinto, él es la muerte que puede salvarme, ahora es él quien tendrá que estar dispuesto. Solo así sabré que me ama, liberándome de este dolor de que nunca seremos el uno para el otro, que nos equivocamos y pagamos con tiempo y mucho amor que ahora se escurre sin sentido.
Y la lógica no tiene lugar y es echada a patadas de mi cabeza, estamos hablando de amor y no importa cuan contradictorio sea que quiera otorgarle mi vida y mi muerte.
Y como siempre de cada respuesta brotan más preguntas, todo se hace infinito y pareciera ser la causa de que se vuelvan locos los sabios que no se atreven a responderme qué debo hacer, si todo lo que puedo dar de amor sólo puedo dárselo a alguien que definitivamente, cada día sin darse cuenta confirmaba que no sería lo que esperaba de la felicidad.
Ahora solo espero que tu lengua prenda su fuego
en la hoguera que es mi boca.
Darte hasta mi último aliento,
para alcanzar el cielo en tus brazos
y encontrar la verdadera felicidad en tus ojos,
después de liberarme de tanto Amor.
Ahora debo decirte que nada fue casual, cuando conocí a Ana me hice su cómplice para ayudarla en su cometido, no fue fácil encontrarte, pero por suerte te fuiste a la casa deshabitada donde vivían tus abuelos que fue donde viviste en tu adolescencia, en un momento, temimos por tu vida y en unos de tus estados de inconciencia, entré a tu casa sin que te enteraras a escribir las palabras a las que te aferraste para seguir viviendo y que manipularon este final, a pedido de ella comencé a cocinarte tus comidas preferidas, estuvo tan preocupada que me suplicó que te cuide y te alimente, desesperaba cada vez que le pasaba los informes de tus estados.
El plan que elaboraste para matarme era lo que esperábamos, ya que tuve que teñirme el cabello y me llevó un tiempo para lograr mimetizarme con Ana, no había otra opción, Ana tenía que morir en tus brazos para liberarse de tanto amor que colapsó, era el único final feliz que existía para ella, por eso esa noche nos cambiamos en el momento justo y se dejó atrapar por vos sin que puedas ni quieras notarlo.
Ahora puedes comenzar una nueva vida, una nueva vida juntos.
Te dije que te quería solo para mí…
¿Entendiste?
FIN
Epílogo
Hay un hombre que busca subliminalmente (o no tanto) la forma de complicar una simple lógica poniendo a prueba los limites de los deseos. Este hombre entiende del “amor” que necesita un nombre nuevo. Sí, un término nuevo, pero para qué concepto de “amor”. Esta es la historia de dos (y donde comen dos puede tranquilamente servirse un tercero) que buscan ir más allá de dónde se cree comúnmente que se puede llegar. Pero, ¿qué es lo común? ¿Acaso lo “común” se relaciona directamente con lo “ordinario” o con lo “normal”? En un orbe que gira y gira sobre el eje material de manera salvaje hay, a su par, amores que yiran y yiran alrededor de una fidelidad salvaje. Los seres ofuscados por el amor somos muchos, pero el amor ofuscado por los seres…ese amor… ¿Qué es? Hay un punto relevante en todo esto y le apunta al talón de la historia que aquí a de terminar: Aquel que no ama plenamente piensa que tu amor es incompleto, te culpa, y de ahí te va a odiar a la perfección. Tal perfección en el odio se confundirá con amor… es por eso que en el mundo actual, tan salvajemente materialista como siempre, pero con menos tapujos…el amor ofuscado va a ser salvajemente “amorbizado” Y no importa qué tan rápido corras de las malas intenciones, ni dónde te ocultes de tus propias malas intenciones…aún serás la presa de quién crea que solo eres para el. En el amor entre dos… todo es lo que parece y nada se parece a lo que “comúnmente” se denomina “Amor”.
Jessica Burgués.
Un escritor al límite…
Leer a Gastón es un viaje sin retorno. Considerar esta obra convierte al escritor en una maquinaria alucinante. Prolífico, independiente y cineasta. Capaz de subvertir lo bello en repugnante y viceversa. Incapaz de darnos un respiro, una salida. Su literatura es una excusa para transgredir límites. Irrespetuoso pero con estilo. Abandonada a la funesta idea de escribir por que sí, y explotando el lenguaje desde lo obsceno a lo romántico y fecal. Una catarsis meditada. El que lea esta obra no saldrá indemne.
Demian Mazur
Fuerte, controvertido. Con la prosa atrapante de siempre que nos tiene acostumbrado el autor, bien matizada con descansos de humor y colores poéticos. Un libro para animarse a leer en pareja.
Lic: Patricio Lagos
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